«Las teólogas somos vistas con Sospecha por nuestros compañeros varones»

Angélica González / Burgos
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María del Carmen Martín Gavillero • Teóloga

«Las teólogas somos vistas con Sospecha por nuestros compañeros varones» - Foto: Ángel Ayala

Martín Gavillero (Puertollano, Ciudad Real, 1960) es licenciada en Teología Bíblica, miembro de la Asociación de Teólogas Españolas y del grupo de Mujeres y Teología de Ciudad Real. Actualmente se ocupa de la formación en el instituto secular femenino Vita et Pax, al que pertenece.

De la mano del Foro Iglesia Viva, la teóloga feminista María del Carmen Martín Gavillero habló ayer en Burgos de la relación de Jesús con las mujeres, tanto en el siglo I como en el siglo XXI, aunque también abordó el papel que juegan actualmente las féminas en la Iglesia Católica, a la que ella pertenece.

Muchas voces dicen que la situación de la mujer en la Iglesia Católica es mejorable. ¿Lo comparte?

Claro que es mejorable. Creo que su papel debería ser igual al del varón con la posibilidad de poder acceder a todos los ministerios, servicios y decisiones. La mujer debería participar como un miembro más del Pueblo de Dios en todas las instancias.

¿Ve factible a corto plazo el sacerdocio femenino?

No. Y los principales obstáculos son una determinada teología y una tradición que ha negado el acceso a la mujer al sacerdocio durante casi 20 siglos. Para romper esto se necesitará mucho tiempo y ojalá cuando llegue no sea por necesidad, por la falta de varones, sino por lo que hizo Jesús, que incluyó en su grupo a mujeres y hombres por igual.

¿Entonces por qué solo han pasado a la Historia los doce apóstoles?

Porque toda la tradición ha sido pensada y elaborada por hombres. En el círculo de sus seguidores había discípulos y discípulas pero eso se fue cribando e invisibilizando a las mujeres estuvieron con Jesús. La más famosa es María Magdalena pero varias de ellas le acompañaron en su muerte, en su tumba y fueron las primeras testigos de la resurrección. Son las mujeres el eslabón que une al Jesús histórico con el Jesús resucitado porque a los pobres varones les dio miedo y se escondieron.

¿Es una casualidad que María Magdalena fuera primero una tremenda pecadora?

No, para nada. De alguna manera había que denigrarla o quitarle un poco de protagonismo. Además, creo que eso de que fue una pecadora son exageraciones que históricamente no sabemos si fueron así o no. Pero la tradición es lo que queda.

¿Cómo están vistas ustedes las teólogas por sus compañeros varones?

Con sospecha. Hay un reducido grupo que nos ve como a compañeras e iguales y eso es loable. El resto nos ve o con sospecha o con total indiferencia, es decir, que no existimos.

¿Cómo llevan esa invisibilidad?

Como podemos. Lo que hacemos lo hacemos en pequeños grupos en los que nos pensamos, nos preguntamos quiénes somos como mujeres y católicas.  Y aunque somos minúsculas y no pintamos nada nos sirve para nutrirnos y no desesperar.

¿Y la jerarquía?

Bueno... ¡esa ya ni nos mira!

¿Espera algún cambio con el Papa Francisco?

En relación a las mujeres, no. Es más consolador y más amable y con la familia está dando unos pasos cualitativos que son increíbles. Pero no espero que con él cambie la situación de la mujer en la Iglesia Católica. Es que hasta el propio pueblo, la gente sencilla tiene que hacer un proceso para que nos vayamos sintiendo iguales, codo con codo en este seguimiento de Jesús, que es quien nos convoca. Porque no nos convoca ni el papa ni el cura ni el obispo aunque sean majísimos, nos convoca Jesús de Nazaret.

¿Su figura tiene vigencia en el siglo XXI?

Sigue estando muy vigente y sigue siendo muy novedosa. Y el mundo está muy necesitado de figuras tan en armonía, tan pacíficas, tan pacificadoras, tan auténticas y tan sin corrupción como Él. 

¿Cuál cree que sería el mensaje que enviaría si estuviera aquí?

No sé... Que intentáramos ser felices desde dentro, no desde el tener ni el poder. Pediría honradez y autenticidad.