«Fue un atentado en toda regla. Les remataron en el suelo»

P.C.P. / Burgos
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Trinidad Recio, viuda de uno de los dos policías asesinados cuando custodiaban a un preso en el hospital, y sus hijas han sido consideradas víctimas del terrorismo durante 31 años. El Gobierno acaba de comunicarles que ya no

Trinidad Recio se quedó viuda con 24 años. - Foto: Valdivielso

No hace mucho tuvo por fin acceso a la autopsia de su marido, vilmente asesinado el 12 de octubre de 1983. Conocer los escabrosos detalles que rodearon su muerte y a la de otro policía nacional no ha sido menos doloroso que el trato de las instituciones. «Hasta ahora he callado pero ya no. ¿Qué será de mi hija el día de mañana?», se pregunta con los ojos enrojecidos.

Porque sí. A Trinidad Recio aún le quedan lágrimas. «Lo que quieres es dejarlo apartado. Pero ¿olvidar? Olvidar no puedes.No tenían derecho a matarlos como a perros», asegura. Menos desde que la Ley 29/2011 de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo entró en vigor con la intención de hacer justicia e incrementar las ayudas económicas recibidas por aquellas. Ella tenía 24 años y 3 criaturas de 5, 4 y 2 años cuando adquirió la condición de viuda. Es la única que sigue ostentando porque el Gobierno ha decidido, después de 3 décadas, dejar de considerarles víctimas de terrorismo. Ni ella ni sus hijas, la menor  con una discapacidad que le hace dependiente de su madre.

Su marido,Raúl Santamaría Alonso, falleció el 12 de octubre de 1983 asesinado durante la fuga de uno de los delincuentes más buscados del país, Rafael Bueno Latorre. Junto a su compañero Jesús Postigo Pérez le custodiaban en el Hospital Provincial (entonces en SanAgustín) porque se había clavado unas tijeras en la cárcel. Sus compinches, disfrazados de médicos, se colaron en el centro y les asesinaron. «Fue un atentado en toda regla. Les acribillaron por la espalda a un metro y les remataron en el suelo», además de otros truculentos detalles de los que se acaba de enterar por la autopsia, que no le habían entregado.

«La gravedad de los hechos nada tiene que ver con delincuentes comunes», se lamenta Trinidad.Prueba de ello es que «estaban perfectamente organizados» y que Rafael Bueno Latorre aún no ha aparecido. Ni vivo ni muerto. «Si de verdad ha fallecido que nos entreguen el parte de defunción. Pero si 31 años después no han podido demostrarlo no sé quienes son más ineptos», elucubra.

«¿Que no es ETA? Vale. Pero ¿quién te dice a ti que no ha sido el Grapo?», se pregunta. Una línea de investigación que asegura le dejaron vislumbrar los policías nacionales que desarticularon la banda de Bueno Latorre en Cataluña. «En los pisos de Barcelona encontraron un montón de explosivos, armas... ¿Y ahora son delincuentes comunes?», afirma incrédula.

Trinidad Recio ha presentado un contencioso en la Audiencia Nacional para reclamar que se le devuelva su condición de víctima del terrorismo. «Que se quede como estaba. No pueden tirar 31 años a la basura». Y avisa: «Si no me contestáis seguiré hasta Estrasburgo, como hacen los etarras».

Que no le ayuden ahora no le sorprende.Sostiene que nunca lo han hecho.No se personó en la causa penal porque nadie le asesoró y para solicitar un ascenso honorífico a cabo recuerda que tuvo que estudiarse un libro.«Cuando pasó nos sentimos muy abandonadas». Es especialmente crítica con los compañeros de Santamaría en la Comisaría de Burgos. «No nos arroparon. Es más, si te veían se apartaban. Luego me dijeron que era porque les daba pena», se lamenta. «He tenido a mi hija al borde la muerte y no me ha amparado nadie». ¿Qué hay más duro para una madre?

Su marido, del barrio de San Pedro de la Fuente, había estado destinado unos 3 años en el País Vasco.Trinidad recuerda que cuando se casaron tenía ya una caja de zapatos llena de multas de un R-8, porque figuraba en una lista de ETA. Cuando regresó, hasta su madre suspiró aliviada.«A este ya no le van a matar».

Pero el propio Raúlintuyó su muerte la noche antes.«Me toca hospital», le dijo a su mujer. Era un destino temido por la falta de seguridad (solo después se tomaron medidas) «Y hay 3 sinvergüenzas que cualquier día nos la van a liar». Escalofriante premonición.