«Solo pensaba en salir»

AGENCIAS
-

Supervivientes y testigos de la tragedia narran el horror que vivieron en los escenarios de la tragedia y el caos que provocaron unas explosiones que no sabían si iban a ser las únicas

«Estaba en un vagón de metro, al lado del que explotó. Solo pensaba en salir cómo fuera de aquel horror». Son palabras del tinerfeño Jorge Cólogan, de 32 años, testigo directo de la tragedia, puesto que viajaba en el primer vagón del metro de Bruselas en el que ayer explotó una bomba cuando se encontraba, a primera hora de la mañana, en la estación de Maalbeek. El joven, que vive desde hace un mes en la capital belga, relató que cuando se dirigía al trabajo se produjo una deflagración en el convoy, que levantó una nube densa de humo blanco. Según su propio relato, sintió un sudor «frío», y solo pensó en salir «como fuese» pues tenía miedo a que se produjese otra explosión.

El caos para tratar de huir fue una constante en los relatos de los supervivientes y testigos que, desconcertados, no sabían exactamente lo que estaba sucediendo.

«Cuando vi la columna de humo y a la gente correr, sentí que en cualquier momento podían irrumpir cuatro tipos armados y disparar contra todo lo que se moviera», aseveró Miguel Doménech, estudiante valenciano de Erasmus en Bruselas, que se encontraba en el aeródromo acompañando a su novia, que volvía a España tras un viaje. «Los empleados gritaban que había que evacuar, pero las salidas estaban bloqueadas», indicó desde el hotel al que consiguió llegar en taxi desde el aeropuerto. «Solo había dormido una hora, pero cuando he comprendido lo que pasaba, mi mente ha comenzado a funcionar como nunca. Solo podía pensar en sobrevivir, buscar salidas, lugares donde esconderme, puertas tras las que desaparecer», confesó.

Parecer que salir del caos es el primer impulso humano. Ponerse a cubierto, como explicaba Doménech. Sin embargo, otras personas, héroes anónimos, decidieron quedarse en el aeropuerto para tratar de ayudar a los heridos. «Un señor gritó en árabe. Gritó algunas palabras y después escuché una gran explosión», explicó Alphonse Lyoura, empleado de la seguridad del aeropuerto de Zaventem, donde se produjo otra oleada de explosiones. «Se ha desatado el pánico en la terminal, pero algunas personas se han quedado allí para ayudar, a pesar del miedo. Yo he conseguido auxiliar, al menos, a siete heridos, muchos han perdido las piernas. Hemos sacado, además, cinco cuerpos que no se movían», relató, antes de remarcar que «Bélgica no merece esto».

Philippe Lenaerts se encontraba junto a su taxi en el exterior de Zaventem cuando después de escuchar la bomba decidió entrar junto a un compañero para ver qué había pasado. «Todo había volado por los aires, había un charco de sangre con personas heridas y los cuerpos desmembrados», contaba horas más tarde. «Todo el mundo había entrado en un ataque de pánico», subrayó.

«No estábamos preparados para un ataque en Zaventem», aseguró, por su parte, Adamo, de 43 años, que forma parte de los profesionales de los servicios de limpieza del aeropuerto. «Estaba ocupado trabajando cuando oí la primera explosión, que sacudió el suelo bajo nuestros pies. El ruido era ensordecedor, la gente gritaba, había sangre por todas partes y los pasajeros se escondían donde podían», apuntó.

Eurodiputados. Entre los testigos de la tragedia, los eurodiputados, puesto que el metro de Maalbeek, es el más cercano a la sede del Parlamento comunitario. Así, Teresa Giménez Barbat (UPyD) apuntó que, tras los atentados, el edificio europeo «se blindó», aplicando, para ello, «medidas de seguridad más extremas de las habituales. «Muchos nervios y tensión en la Cámara», escribió, por su parte, el europarlamentario navarro del PP, Pablo Zalba, que se encontraba en la instalación comunitaria en el momento de los atentados.

Una delegación de 13 representantes de plataformas de apoyo a la sanidad pública de Galicia, entre ellos varios médicos, también fueron testigos en primera línea de la jornada de horror. «Estábamos saliendo del metro para dirigirnos al Parlamento, donde teníamos una reunión, y vimos salir una columna de humo y gente gritando», relató, Manuel Martín.

Según su testimonio, los componentes del grupo se salvaron «por los pelos» y, cuando se dieron cuenta de la magnitud de lo sucedido «el clima fue de conmoción e impacto emocional fue total».