Arde una casa en Cubillo del Campo al saltar una chispa de la chimenea

I. Elices / Burgos
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El material aislante del tejado, compuesto de paneles sandwich, contribuyó a intensificar las llamas, lo que provocó la rápida propagación del fuego. El inmueble quedó en ruinas

Desde que se jubiló José María pasa largas temporadas en su pueblo, en Cubillo del Campo, situado en la N-234. Disfruta de la tranquilidad del campo y de su casa, que había reformado para hacerla más habitable. Lamentablemente el fuego la destruyó ayer por completo. A ello contribuyó el tipo de tejado -de paneles sandwich- una de cuyas capas es de aislante, un material que lejos de contribuir a dominar las llamas las aviva e intensifica. De ahí que en pocos minutos el incendio devorara todo el inmueble. Ninguna habitación se libró de la quema.

El triste suceso se produjo a las 15 horas. El hombre había pasado toda la mañana de faenas en la vivienda y en el corral. Como es su costumbre cuando está en el pueblo, acudió al bar a tomarse un vino antes de comer. Pero a su regreso a casa vio cómo las llamas se habían apoderado de la vivienda y salía un intenso humo. El alcalde, Jesús Navarro, y otros vecinos se percataron de lo que sucedía y se acercaron hasta allí para ver si podían salvar el inmueble en el tiempo que llegaban los bomberos. «Pero fue imposible, el fuego era terrible, no había nada que hacer, salvo evitar que el incendio se propagara a otras construcciones aledañas», afirmó. Gracias a la labor de los bomberos de la capital y de los de Salas de los Infantes, los edificios adyacentes -otras casas y cocheras- no sufrieron ningún daño.

Los bomberos no han logrado determinar de manera fehaciente cuál pudo ser la causa del fuego, aunque lo más probable es que se debiera a una chispa que saltara de la chimenea. La había tenido encendida, «porque aún es necesario caldear la casa». Rápidamente las llamas alcanzaron la cubierta, cuyos paneles sandwich favorecieron el desarrollo del incendio, «como ocurrió en Campofrío», comparaba ayer el sargento del parque burgalés que acudió al lugar del suceso.

Una vez que el fuego entra en contacto con ese material aislante «ya es muy difícil cortar su avance, porque se propaga por todo el tejado, que es lo mismo que decir que se extiende por todas las habitaciones». Así fue, no se salvó ninguno de los cuartos, en parte una alcoba, «pero se quedó sin techo».

Ayer por la tarde el dueño de la vivienda podía acceder al interior de su domicilio para comprobar que todas sus pertenencias las habían devorado las llamas. Todas las paredes manchadas del negro del humo, los muebles destrozados y los electrodomésticos inservibles. Una auténtica pena.

Los bomberos voluntarios de Salas y los de Burgos llegaron prácticamente a la misma hora. Sofocaron el incendio y después comprobaron que todos los elementos susceptibles de almacenar calor estaban debidamente apagados, de tal manera que el fuego no se reavivara en las horas posteriores. No obstante, el alcalde explicó que se tomarían las precauciones necesarias para garantizar que no se volvía a prender, enfriando los muros cada poco tiempo. Poco antes de las 18 horas las labores de extinción concluyeron.

Jesús Navarro explicó a este periódico que el resto de inmuebles de esa manzana ni resultaron dañados por el fuego ni presentan a priori desperfectos que puedan afectar a su estructura. La columna de humo que se elevó sobre el pueblo pudo vislumbrase a varios kilómetros a la redonda.