El peligro del olvido

SPC
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Hiroshima y Nagasaki buscan que perdure en el recuerdo la tragedia nuclear de 1945 ahora que sus supervivientes empiezan a desaparecer

La llegada del mes de agosto es motivo de respeto y recuerdo en Japón. A principios de ese mes, en 1945, el país vivió en primera persona una de las peores acciones cometidas por el hombre: el lanzamiento de una bomba atómica sobre una ciudad poblada. Y, para mayor desgracia, no fue una, sino dos. El 6 de agosto sobre Hiroshima y, apenas tres días después, sobre Nagasaki.

Siete décadas después de aquella matanza, llevada a cabo por Estados Unidos en vísperas de que se acabara la Segunda Guerra Mundial, el número de supervivientes  sigue menguando, y con él se desvanece también la estela del horror vivido, lo que ha obligado a ambas ciudades a buscar nuevas formas de conmemorar su Historia.

Setsuo Uchino tenía poco más de un año aquel fatídico 9 de agosto. Su madre le había llevado a un refugio excavado en las rocas de Nagasaki y se disponía a hacer lo mismo con sus dos hermanos, de siete meses y tres años, aunque no llegó a tiempo y la explosión le pilló dentro de una tienda. «En cuanto la rescataron, fue corriendo a casa y se la encontró destruida. Pensé que mis hermanos habían muerto», explica.