La comarca ribereña volvió a acoger un año más diversas celebraciones coincidiendo con el 23 de abril, evocando en distintos actos desde la figura de San Marcos hasta la de los comuneros, pasando por la de Miguel de Cervantes.

El evento más multitudinario fue la festividad en honor al evangelista, que arrancó al mediodía con la llegada en procesión de los vecinos del barrio de Sinovas a la ermita de la Virgen de las Viñas, de Aranda. Una peregrinación de casi cuatro kilómetros a la que por primera vez en la historia se sumó la primera autoridad arandina.

Tras la misa se degustó como aperitivo en el pinar la ya tradicional tortilla de chorizo para dar paso a una suculenta comida campestre a la sombra de los pinos. Tras el café y los licores, juegos de cartas y partida de tuta, para a partir de las 17:00  horas iniciar una concurridísima sesión infantil de juegos tradicionales.

Bajo la dirección de los monitores de la Asociación Cultural La Tanguilla cientos de chavales disfrutaron de lo lindo con los bolos, la herradura, la tanguilla, la calva, las siete y media, la rana, aprendiendo a rodar el aro o disputando accidentadas carreras de sacos. Una participación que tuvo como recompensa el regalo del habitual botijillo antes de un espectáculo de música y marionetas a cargo de unos titiriteros aficionados locales.

Por la mañana, el Barrio de Santa Catalina conmemoró el Día de la Comunidad con un pasacalles y  una demostración de bailes regionales castellanos a cargo del grupo de danzas de la asociación vecinal. Algo similar a lo realizado en Roa por el Grupo de Danzas Rauda que  además organizó un concurso de  dibujo y juegos populares

Por su parte Vadocondes se sumó  al Día Mundial del Libro con un maratón de lectura emulando el acto que en torno al Quijote se organiza en el Círculo de Bellas Artes, que abrió el alcalde, Francisco José Núñez, y que tuvo como protagonista el libro La villa de Vadocondes, Bien de Interés Cultural, de María José Zaparaín.