El Museo del Libro exhibe una réplica de la imprenta en la que nació 'La Celestina'

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Pretende así completar el homenaje a la figura del impresor del que toma el nombre

El Museo del Libro exhibe una réplica de la imprenta de Fadrique de Basilea, para completar el homenaje al hombre del siglo XV del cual toma el nombre.

A partir de la segunda mitad del siglo XV, fueron muchos los impresores que, al albor del invento de Gutenberg, cargaron con sus tipos de plomo y comenzaron a peregrinar por Europa buscando ciudades adecuadas en las que instalar su taller de impresión. Uno de ellos partió de su Basilea natal y, al llegar a la ribera del Arlanzón, no tardó en comprender que Burgos y su Catedral serían, sin ninguna duda, un buen lugar donde ejercer su labor. Su nombre Fiedrich se popularizó en Fadrique y, frente al templo catedralicio abrió su casa-taller donde vería la luz, entre otras obras, la primera edición de ''La Celestina'.

Posiblemente la imprenta que utilizara en aquellos quehaceres fuera muy similar a la que Gutenberg usó para imprimir la trascendental “Biblia de las 42 líneas” y también prácticamente idéntica a la que ya se puede contemplar en la primera planta del Museo del Libro que toma el nombre del impresor suizo. Y es que, desde este verano, los visitantes que deciden recorrer la historia del libro en el museo burgalés, terminan el recorrido ante una réplica de aquellas prensas de vino que se adaptaron para la impresión de volúmenes y documentos revolucionando para siempre la cultura, la sociedad y la Historia.

Adquirida en 2010 por Siloé, arte y bibliofilia, para su exhibición en la galería de la plaza del Rey San Fernando, se ha trasladado ahora al Hondillo para convertirse en la guinda del recorrido museístico y del homenaje que la editorial burgalesa rinde al no suficientemente reconocido impresor de Basilea. A falta de concluir un pequeño proyecto expositivo y de unos someros ajustes en la maquinaria, la imprenta servirá para dar a conocer la figura de Fiedrich/Fadrique y la mágica aventura que suponía manejar estos artilugios en su primer desarrollo. Se espera que en unas semanas, los visitantes del Museo que lo deseen, puedan incluso hacerla funcionar e imprimirse ellos mismos algún documento a modo de modernos incunables. También continuará siendo una pieza importante dentro del programa didáctico que este año se incorpora a la oferta educativa municipal, “La ciudad también enseña” dando la posibilidad a todos los escolares de Burgos de poder imprimir a la manera de Fadrique.

Este verano la actividad del Museo del Libro ha sido constante: la exhibición de los facsímiles de dos Codex Calixtinus, dos importantes convenios suscritos, un juego de pistas para hacer más entretenida aún la visita de los más pequeños y la instalación de esta imprenta, son pinceladas que muestran la inquietud de un espacio que no cesa de reinventarse para acoger a burgaleses y visitantes que quieran entrar en la Historia.