El incendio apaga la Panadería Rojo después de 71 años

AC
-

Los pocos ingresos que genera la venta de pan hecho en Burgos y el retraso en el pago de las indemnizaciones del seguro hacen inviable el mantenimiento de sus 5 empleos y obligan a bajar la persiana

Lamentablemente, la empresa Panadería Rojo ha echado el cierre definitivo. Lo hizo el pasado domingo después de 71 años sirviendo pan del día en Villarcayo y repartiéndolo en más de un centenar de pedanías de los municipios de Villarcayo de Merindad de Castilla La Vieja, Valdeporres, Valdivielso, Valdebezana, Montija o Sotoscueva. La empresa, con cinco personas en plantilla, no ha podido resistir el envite que le supuso el grave incendio que acabó con sus instalaciones en la madrugada del 1 de agosto. La compañía aseguradora del céntrico edificio que quedó completamente calcinado en su interior, aún no les ha trasmitido de qué cantidad se hará cargo y los titulares de Panadería Rojo no pueden resistir más tiempo vendiendo un pan horneado en Burgos.

Los ingresos que este pan y otros productos de repostería les procuran son insuficientes para asumir los gastos de las cinco personas que están en plantilla y el reparto por rutas de más de 100 kilómetros con los tres vehículos de la empresa. «Si no producimos nosotros no hay ganancia», lamentaba ayer Charo Hierro, una de las propietarias del negocio y quien se encargaba de elaborar exquisita repostería que los villarcayeses ya no van a poder degustar. Hierro aseguraba que «nos quedamos con lo positivo, con lo bien y felices que hemos trabajado y lo que hemos crecido como personas gracias a los clientes».

A los pocos días del incendio, Panadería Rojo abrió un despacho provisional en un almacén que tiene enfrente del obrador incendiado y comenzó a vender productos de repostería y pan elaborados por otras empresas para seguir atendiendo a sus clientes de toda la vida. «Hemos luchado», decía ayer Charo Hierro, «pero hasta aquí, de momento».

«Volver a levantar la panadería cuesta muchísimo dinero y es una gran cantidad para nosotros. La nueva normativa exige muchísimo más de lo que teníamos antes», señalaba la empresaria, que junto a Juan Emilio Arce, Gloria Rojo y Jesús Alberto Santamaría ha tirado del carro durante casi tres décadas. En los inicios lo hicieron Domingo Rojo y Beatriz Martínez, fundadores en 1937 de este obrador, el único que horneaba pan del día en Villarcayo en la actualidad, tras el cierre de otras dos panaderías de toda la vida. Con este cierre, en Villarcayo solo se vende pan horneado fuera o de masas congeladas y horneadas en los supermercados.

Mientras, los más de cien pueblos de las rutas que hacía Panadería Rojo, de momento, se quedan sin el pan fresco que disfrutaban sin tener que salir de sus localidades, porque los establecimientos existentes en Villarcayo no ven negocio en acercar el pan a localidades tan lejanas y que obligan a recorridos demasiado largos.

En su día, el alcalde Adrián Serna se comprometió a darles una respuesta «con la mayor celeridad posible», en el caso de que hubiesen presentado un proyecto. Los empresarios necesitaban saber si era factible o no urbanísticamente levantar de nuevo el obrador y la panadería en su actual ubicación, en pleno centro de Villarcayo junto a la parroquia de Sana Marina. Pero no han llegado siquiera a presentar proyecto alguno en el Ayuntamiento. El domingo regalaron pastas a sus clientes y se despidieron de todos, de algunos con lágrimas. Ya les echan de menos.