Al borde de la tercera Intifada

Agencias
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Dos palestinos mueren por disparos israelíes y más de 400 resultan heridos en numerosos enfrentamientos con el Ejército hebreo en Cisjordania tras un nuevo estallido de la violencia

 
 
La violencia está asentada en Oriente Próximo, donde, a diario, ataques por cualquiera de las dos partes en el conflicto árabe-israelí se cobran la vida de algún ciudadano. Pero la tensión, a veces latente, se volvió ayer nuevamente manifiesta tras los graves enfrentamientos que se vivieron en el territorio palestino, causados por la respuesta hebrea tras una serie de ataques contra judíos en Jerusalén el pasado fin de semana. Como consecuencia de estos disturbios, dos jóvenes musulmanes murieron y un centenar resultó herido en una jornada teñida de negro.
Un niño de 13 años perdió la vida cerca de Belén por una herida de bala en el pecho tras un disparo de las Fuerzas de Seguridad de Tel Aviv, según apuntaron las autoridades de Ramala, mientras que el otro fallecido, un estudiante de 18 años, pereció por un disparo en la localidad cisjordana de Tulkarem. Allí, entre 100 y 200 árabes lanzaron piedras y bombas incendiarias artesanales contra los uniformados israelíes, según informaron fuentes del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu.
La Media Luna Roja aseguró haber atendido a más de 450 heridos en las confrontaciones. Muchos de ellos habían sido alcanzados por balas y tres de ellos eran trabajadores de la organización sanitaria, mientras que dos eran soldados del Ejército hebreo.
Este nuevo estallido de violencia podría convertirse, según apuntaron varios analistas, en una tercera Intifada (levantamiento palestino) y, por ello, Netanyahu anunció duras medidas contra sus vecinos.
En su comparecencia, el primer ministro hebreo subrayó que las viviendas de «terroristas» serán destruidas en procedimientos rápidos y se utilizará con más frecuencia la prisión administrativa para los alborotadores, lo que permitirá la detención sin cargos durante un período de hasta seis meses, con la posibilidad de prórroga de dicho arresto.
En Jerusalén y Cisjordania se ampliará la presencia de las Fuerzas del Orden judías, agregó el dirigente tras deliberar con su Gabinete, una cita en la que también se decidió que se prohibirá a los «incitadores» palestinos la entrada en la Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
El detonante de esta explosión de violencia fue, precisamente, el uso de ese lugar sagrado situado en la capital, un sitio de culto para ambos bandos y del que los árabes acusan a Israel de querer conseguir su control y delimitar los derechos de los musulmanes.
Además, la Fuerza Aérea judía atacó la franja de Gaza, concretamente una «instalación terrorista» de Hamas, según apuntaron desde Tel Aviv.
Ante esta nueva escalada del conflicto, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Abu Mazen, insistió en que el Gobierno de Netanyahu quiere impedir sistemáticamente la solución de los dos Estados, algo que ya manifestó la pasada semana ante la Asamblea de las Naciones Unidas, cuando criticó la política de asentamientos que se lleva a cabo en territorio árabe como movimiento para impedir la creación de un Estado propio.
Por su lado, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, comunicó que está «muy preocupado» porque estos incidentes violentos puedan seguir escalando y derivar en un conflicto mayor y, por ello, llamó a todos los involucrados a condenar estos hechos y a mantener la calma por el bien de la paz.