La reina del videojuego

R. Pérez Barredo / Burgos
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La burgalesa Eurídice Cabañes preside Arsgames, colectivo pionero en la experimentación con videojuegos, y es asesora del Centro Nacional de las Artes de México, país en el que reside por haber más oportunidades laborales

Reconoce que fue una niña inquieta; tanto, que de recién nacida logró franquear los barrotes de la cuna «de las ganas que tenía de recorrer el mundo». También fue precoz: a los dos años ya leía todo lo que caía en sus manos. Siendo una jovencita, mientras otros se zambullían en las historias de Los cinco, por ejemplo, ella se empapaba del conductismo leyendo al filósofo social Burrhus Frederic Skinner. Esta burgalesa de Terradillos de Esgueva (1983) es un cerebro privilegiado. Filósofa especializada en Filosofía de la Tecnología, es la presidenta de Arsgames, colectivo que piensa, experimenta y trabaja con videojuegos, potente producto cultural que factura más que el cine y la música juntos. Además, es asesora en el Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes de México, país en el que reside desde hace meses porque «las oportunidades laborales aquí son mucho más altas que en España», admite con resignación. Enésimo caso de fuga de cerebros.

«De pequeña ya era una chica un poco rara, podía pasar largos ratos sólo pensando sobre cómo se construye la identidad o por qué ‘yo soy yo’, cómo funcionan los recuerdos, si recordaría ese momento cuando fuese mayor o cuestiones bastante trascendentes poco propias de una niña pequeña», reconoce con desparpajo. No sólo fue una niña aficionada a cuestionarse el mundo, a la filosofía; también a los videojuegos. Tuvo una consola en la que jugaba al Don King Kong y un tetris en una maquinita portátil «y me encantaba, creo que el Tetris fue mi primer videojuego favorito»; después vinieron la Nintendo, la Sega Mega Drive y la PlayStation 1, además del ordenador. «Por suerte mi padre nunca cedió a las críticas de la gente que le decían que si nos compraba videojuegos (a mi hermano y a mí) saldríamos ludópatas. Siempre nos compró bastantes ¡y hasta una guía para aprender a programarlos!».

El paso de la filosofía al mundo de los videojuegos fue bastante natural para Eurídice. «Siempre me interesaron mucho durante la carrera las asignaturas de filosofía de la tecnología y la de estética; los videojuegos aúnan ambas, pero sobre todo llegué a los videojuegos desde el estudio del concepto de identidad (que desde pequeñita me había interesado): si la identidad es una mezcla de cuerpo, recuerdos, etc. En los videojuegos tu cuerpo es otro, o muchos otros (depende de a cuáles y a cuántos videojuegos juegues), con otra historia (recuerdos)... Me parecía interesante investigar qué pasaba con la identidad cuando juegas tomando los videojuegos como laboratorios de experimentación».

Para esta brillante burgalesa se puede aplicar la filosofía al mundo de los videojuegos de muchas formas: estudiando las relaciones que se establecen entre videojuegos y arte; cómo emplear los videojuegos como herramientas educativas llevando a cabo estudios de género y videojuegos; la interacción de humano/computadora; haciendo un análisis de las nuevas interfaces; estudiando las relaciones que se establecen con el espacio o con el tiempo en los videojuegos o analizándolos como productos culturales que representan diferentes universos simbólicos...».

Ética y moral

«Los humanos son seres con ética y moral y evidentemente en los mundos virtuales sigue habiendo humanos. Lo que tenemos que tener en cuenta es que determinados juegos están promoviendo determinados valores y debemos ser capaces de entenderlos, analizarlos y ser críticos con ellos. Por ejemplo, hay muchos videojuegos de guerra en los que se promueven unos valores bélicos claros, en la mayoría de los cuales vas a otro país para matar terroristas (creo que se capta bastante fácilmente cuáles son los valores subyacentes), o en los videojuegos para chicas se presentan imágenes de las niñas y las mujeres claramente estereotipadas en el papel de cuidadoras o de mujeres objeto, que deben cuidar cachorritos, bebés, cocinar o ponerse guapas. Este tipo de videojuegos promueven una imagen de la mujer claramente sexista», subraya con vehemencia.

Para Eurídice Cabañes el juego es necesario. Y estimulante para la creatividad. «Los humanos, todos sin excepción, juegan desde muy pequeños, aprenden jugando y, en el mejor de los casos, continúan jugando en la vida adulta. Yo sencillamente me siento tremendamente identificada con la frase que se ha convertido en el eslogan de la revista Bit ‘Juego, luego existo, y a parte si no puedo jugar esta no es mi revolución». Y un territorio de libertad: «la libertad es una de las características básicas de todo juego, jugar es un acto libre. Para mi además es lo que más define el juego.Para mí es eso: libertad».

Aunque hay muchos juegos, Cabañes defiende la creatividad que la mayoría de ellos estimulan. O muchos, al menos. «Por lo general estar en un espacio libre de experimentación sin consecuencias nos permite ser mucho más creativos (y hasta nos incita a ello) que cuando estamos en un espacio en que las decisiones que tomemos pueden tener fatales consecuencias para nosotros».

Reconoce esta filósofa los riesgos, implícitos y explícitos, de los videojuegos. «Transmiten valores, muchas veces sin que nos demos cuenta y muchas veces valores con los que no estaríamos de acuerdo si nos diéramos cuenta. Además, las grandes estrategias de publicitarias de las grandes compañías captan la atención enseguida del público general, pero en particular de los más pequeños, por eso una formación en juego crítico se hace tan importante y por eso también hay que incentivar la producción de otro tipo de juegos como tratamos de hacer en Arsgames», señala.

¿Es un arte?

Para Eurídice Cabañes los videojuegos nos alejan al jugador del mundo real, sino que puede ayudar a comprender mejor lo que nos rodea, como hace desde hace siglos la literatura; a este respecto, considera que los videojuegos son un arte. «y eso es lo bueno de su potencial, algunos juegos pueden ayudarnos a comprender mejor el mundo que nos rodea y su funcionamiento, permitiéndonos aprender sobre causas y consecuencias de acciones determinadas sin sufrir las consecuencias. Otros nos permiten incluso aprender y experimentar situaciones que jamás serían posibles en el mundo real, ya sea por físicas completamente diferentes, porque juegan con el concepto de tiempo, de espacio, o porque son completamente abstractos»

Sobre si los videojuegos son o no un arte se ha debatido mucho. «Personalmente he defendido que lo son en varias ocasiones (artículos, conferencias), pero creo que la pregunta está mal planteada. Actualmente prácticamente todas las artes incorporan elementos de los videojuegos como la interactividad, desde el teatro jugable al arte interactivo, pasando por los libros de ‘elige tu propia aventura’, parece que es el arte (o las diferentes artes) las que están convirtiéndose en un videojuego.  

Herramienta educativa

Otro de los grandes e interesantes argumentos de esta filósofa burgalesa es su defensa del juego como herramienta educativa. «El modo más natural que tiene el ser humano de aprender es jugando. Convertir el aprendizaje en algo tedioso, cansado y aburrido es la peor idea si lo que queremos es que los niños y niñas tengan un aprendizaje afectivo y efectivo. Nosotros introducimos videojuegos y otras tecnologías en la educación, pero siempre desde las metodologías de las pedagogías libres: partiendo de la educación integral, el antiautoritarismo, la autogestión pedagógica y el aprendizaje por proyectos niños y niñas deciden qué aprender, cuándo y cómo gestionando sus propios tiempos y recursos en el desarrollo de proyectos».

El libro Gamestar(t): pedagogías libres en la intersección entre el arte la tecnología y los videojuegos que Eurídice Cabañes escribió junto a María Rubio (también de la empresa Arsgames) trata de dar cuenta de la metodología y los fundamentos teóricos en los que se basa el proyecto, pero también de los problemas y soluciones encontrados, ejemplos de proyectos que han hecho los niños y las niñas, etc...».