El Hotel España cierra hoy tras 74 años y más de un millón de clientes

B.G.R. / Burgos
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El establecimiento presenta un ERE de extinción para sus 14 empleados. La crisis y la jubilación de su arrendataria, las causas

El libro de reservas se cerrará, los teléfonos dejarán de sonar y el calendario se estancará en recepción. - Foto: Luis López Araico

Tal día como hoy, los trabajadores del Hotel España comenzarían sus vacaciones previas a la Navidad, como siempre ocurría en estas fechas. Pero este año las cosas han cambiado. Y los días se descanso se harán indefinidos. Porque este emblemático establecimiento pone fin a 74 años de actividad y cierra un libro de registro donde aparecen más de un millón y medio de clientes, a razón de unos 20.000 anuales. Ha llegado la hora de recoger y hacer memoria de la mano del que ha sido su director durante dos décadas, Carlos Lázaro.

Fue en 1937 cuando Nazario, un hombre emprendedor, y su mujer,Cecilia, decidieron convertir el edificio de la esquina del Espolón con el Hondillo en un hotel con 65 habitaciones, las mismas que se han mantenido hasta ahora. Arrendaron el inmueble a Cajacírculo y probaron suerte en una actividad que entonces no tenía demasiada competencia. «En aquel momento estaba el Norte y Londres; el Ávila, frente a la Cámara de Comercio; y el Infanta Isabel, en la plaza de Castilla, y el Condestable», comenta Lázaro, si bien contextualiza las pocas plazas hoteleras en los 40.000 habitantes que tenía la capital burgalesa.

Comenzó como un hotel de lujo, que tuvo su máximo apogeo en los años 60 con el polo de desarrollo. Y es que, según cuenta su director, el establecimiento se convirtió en alojamiento de técnicos y empresarios que llegaban a Burgos. Coincidiendo con esa época se realizó una reforma para que todas las habitaciones contaran con baño, ya que para la mayoría los servicios eran generales.

Con el paso de los años y la apertura de nuevos establecimientos, el España derivó en un hotel más modesto con presencia de turistas particulares, excursiones y peregrinos, aunque «sin perder parte de la clientela comercial» que había logrado con anterioridad. Y entre los más asiduos, Lázaro también incluye al clero y cita nombres como el de Carlos Amigo, actual obispo de Sevilla, y el de Antonio Cañizares, el que fuera obispo de Toledo, además de otros más cercanos como el burgalés Raúl Berzosa.

La nostalgia de los recuerdos se mezcla inevitablemente con el sinsabor de un cierre que afecta a 14 trabajadores. El ERE de extinción ya se ha presentado, pero la noticia no ha pillado por sorpresa. En este punto, Lázaro revela que hace un año estuvo de ocurrir lo ahora está pasando y que hace dos se pensó en el traspaso, aunque las negociaciones no llegaron a buen puerto. Pero 2011 ha sido el definitivo. Y entre las razones que esgrime el director se encuentra el hecho de que la arrendataria, Mari Cruz González, quiere jubilarse y dejarlo, y que las instalaciones necesitan una actualización que ahora de torna imposible debido a la actual coyuntura económica.

Un escenario, este último, que les ha obligado a bajar los precios para poder sobrevivir a la apertura de nuevos establecimientos en la capital. «Viendo lo que se avecinaba, hoteles como el España han tenido que ofrecer unas tarifas muy económicas que hacían que el beneficio fuera mínimo», precisa su director durante 23 años.

La suma de todas estas circunstancia han llevado al cierre del histórico hotel. Pero el edificio de Cajacírculo ahí sigue, y al parecer no le faltan novias.

Muchas satisfacciones. De «sacrificado» califica Carlos Lázaro el trabajo al frente de un hotel. «El director no tiene horarios, ni tampoco vacaciones», comenta tras más de dos décadas capitaneando el Hotel España. No obstante, las horas empleadas reportan satisfacciones relacionadas con el trato con los clientes. «Se entablan amistades, te felicitan... Pero también hay que dar la cara cuando surgen problemas», precisa este hombre de 63 años. A pesar de todo, se queda con la experiencia de la hostelería, opción que le llevó primero a Suiza y Francia como aprendiz y después a Miranda y el Mesón del Cid en Burgos antes recalar en el España.