La información en las trincheras

R.P.B.
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El libro 'La prensa en Burgos durante la Guerra Civil' arroja luz sobre la época más convulsa y desconocida de los medios de comunicación y los reporteros que se desempeñaron en Burgos en los años bélicos

El vacío existente sobre la prensa en Burgos durante la Guerra Civil se ha podido llenar, por fin, gracias a un exhaustivo trabajo coral, una publicación que se antojaba necesaria por cuanto arroja luz a una época nuclear en la historia de la ciudad. Repleto de hallazgos y de informaciones desconocidas, como las relacionadas con la represión de periodistas y corresponsales o con las crónicas de guerra que algunos reporteros dejaron olvidadas, el libro se completa con la revelación de una serie de archivos fotográficos de los que no se tenía noticia y que contribuyen a construir de forma fidedigna los intensos años del Burgos bélico. La obra, presentada ayer por sus autores en el Palacio de la Isla, sede hoy del Instituto de la Lengua y cuartel general de Franco durante la contienda, ofrece una completísima documentación que disecciona el aparato propagandístico que los sublevados crearon en Burgos a la vez que deja a las claras las enormes dificultades del ejercicio de una profesión, la periodística, que pasó a ser de alto riego. No en vano, la propaganda sustituyó a la información, y las consignas y la censura militar se impusieron, convirtiendo a los medios en meros instrumentos al servicio de la causa de Franco.

El libro La prensa en Burgos durante la Guerra Civil (Editorial Fragua) ofrece la  relación biográfica de los periodistas que estuvieron y trabajaron en Burgos durante la contienda civil, y se aborda la tragedia de quienes fueron perseguidos, ejecutados o sufrieron penas de cárcel. Se incluye la relación de periodistas ejecutados en Burgos y la de los periodistas burgaleses ejecutados en otras provincias del territorio controlado por los franquistas y los republicanos. En este sentido, el libro desvela que un total de diez periodistas -locales y extranjeros- fueron fusilados, y que otros muchos padecieron represión, siendo especialmente perseguidos los redactores de Diario de Burgos. Todo el mundo estaba bajo sospecha, como demuestra la obra.

El propio director de este rotativo en 1936, Ignacio Albarellos Berroeta, era considerado un elemento izquierdista, un entusiasta de la República, si bien -pese a que los informes policiales así lo consideraban- no se pudo demostrar que exhibiera rechazo al ‘Glorioso Movimiento Nacional’. No corrieron esa suerte otros plumillas de esta casa, como Julio Martínez Palacios (hermano del músico Antonio José), que fue fusilado; o GuillermoSantamaría Cardiel, maestro y periodista, que fue detenido por pertenecer a la UGT y puesto después en libertad aunque cesado como maestro y suspendido de empleo y sueldo. También fueron ejecutados en Burgos los burgaleses Antonio Pardo Casas, fundador de Burgos Gráfico, y Pedro Díez Pérez, fundador de Adelante y colaborador de cabeceras como La Región o La Libertad; Manuel Carrasco iFormiguera; Agapito Nieto; José Luis Sainz Barrón; Sánchez Monreal;  Díaz Carreño; y el corresponsal extranjero André Neumann, francés. También hubo reporteros extranjeros perseguidos, algunos tan importantes como el gran Indro Montanelli o George Steel.

fondos gráficos. A las muy conocidas imágenes de la época de la guerra en Burgos que se conservan tanto en Archivo Provincial como en el Municipal, amén de algunas colecciones particulares (Fede, Sainz Varona), el libro tiene la virtud de añadir un buen puñado de imágenes procedentes de otras instituciones, como el Archivo de la Administración de Alcalá de Henares, el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca o la Biblioteca Nacional. De sus fondos, el libro destaca como especialmente valiosas las del coleccionista José María Armero y las del fotógrafo alemán Erich Andres. Sobre este corresponsal gráfico dice Miguel Moreno en el libro: «El ojo de fotógrafo de Erich Andres parece más interesado por el folclore que por la noticia. Hay imágenes de actos oficiales, desfiles, conmemoraciones, soldados..., pero también muchos reportajes de la trilla, la compra de pan por los paisanos, los burros y los carros circulando por la ciudad, los monumentos y las murallas. Incluso cuando retrata a los militares, parece fijarse más en su aspecto desaliñado, en sus expresiones, que en su marcialidad (...) Erich Andres se fija en la catedral, en la calle de Fernán González con el paso de las mujeres enlutadas, el arco de Santa María con carros de bueyes (...)».

las últimas crónicas. Gracias al periodista y coleccionista burgalés Alberto Labarga se ha conservado hasta nuestros días (y se recoge en el libro) una relación de crónicas de corresponsales extranjeros que fueron encontradas en el Hotel Norte y Londres en el interior de unos libros olvidados tras la estampida de los reporteros una vez cayó Madrid en manos de los rebeldes. Entre ellas, cabe destacar la de Kim Philby, el agente doble más famoso de la historia, que llegó a España como corresponsal del periódico británico The Times cuando en realidad trabajaba a las órdenes de Stalin con, entre otros objetivos, el de matar a Franco (que, ironías del destino, acabó condecorándole e el Palacio de la Isla).

La crónica de Philby dice: Los segundos resistieron el bombardeo sin piedad.Cuando las tropas nacionalistas abandonaron las trincheras donde durante más de dos años llevaron una existencia troglodita hasta el asalto final, los milicianos enemigos saltaron los parapetos agitando pañuelos con banderas blancas, cualquier pedazo con tela que pudieran poner en sus manos.Solo un puñado de hombres desesperados luchaban contra la marea que disparaba desesperadamente a las ametralladoras amigas y enemigas por igual hasta que llevaron a las bayonetas.

* La prensa en Burgos durante la Guerra Civil ha sido coordinado por los periodistas José María Chomón Serna y Clara Sanz Hernando, y en la misma han participado además Miguel Calvo, Patricia Carro, Máximo López, Carlota Martínez, Miguel Moreno, Isaac Rilova y Rodolfo Vélez.