Cómo gobernar con 84 escaños

Pilar Cernuda
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El Ejecutivo de Pedro Sánchez tirará de picardía, demagogia, gestos de cara a la galería y promesas a las que la ciudadanía da credibilidad para mantenerse en La Moncloa hasta las próximas elecciones generales de 2020

Cuentan las lenguas viperinas socialistas -que las hay, el sector antisanchista por un lado y por otro los que pensaban pillar algo y se han quedado fuera del reparto- que Pedro Sánchez no está interesado en gobernar porque no puede, sino que lo que pretende es hacer como que gobierna. Es la razón de que todos los días sus ministros presenten iniciativas que saben que serán bien acogidas, aunque todos ellos son conscientes de que no las pueden llevar adelante. Pero lo que importa es que se acuñe la imagen de que preside un Gobierno de alta sensibilidad social, capaz de dialogar con aquellos con los que no dialogaba Rajoy y que en pocos días ha conseguido el reconocimiento internacional entrevistándose con los dirigentes más importantes del mundo. Y si no se concretan entrevistas con ellos, al menos sí es capaz de acercarse y cruzar unas breves palabras, como hizo con Donald Trump en la cumbre de la OTAN.

Esta semana han pasado por el Congreso los diferentes miembros del Gobierno para informar a las comisiones correspondientes los proyectos de sus respectivos departamentos. Es una costumbre con la que todos los gobiernos inician sus mandatos, y el de Pedro Sánchez no ha sido una excepción. Se trata de un Gabinete que fue bien recibido, con nombres solventes aunque con alguna concesión a la galería mitómana. El problema es que con 84 escaños el presidente está obligado a mantener los pactos con socios que en su mayor parte provocan una profunda desconfianza entre los votantes socialistas, como los independentistas catalanes o Bildu. Y encima Podemos ha aprovechado esa situación para vender muy caro su apoyo, consiguiendo así importantes beneficios que, esperan, se traduzca en captación de nuevos votantes, entre ellos un buen número de desencantados con un PSOE que ha cedido tantas cuotas de poder. Por ejemplo, en RTVE, entidad de quienes los que conocen las profundidades de la política y tienen experiencia de Gobierno dicen que es más poderosa que tres ministerios juntos, y no menores. 

Explica una ministra de Sánchez, en un momento de debilidad que la ha llevado a confesarse, que todo lo más que puede durar esta legislatura es dos años, porque se tiene que respetar el calendario; que en dos años y con 84 diputados no se puede aprobar ninguna ley importante y que, por tanto, de lo que se trata es de presentar propuestas todos los días que gustan a los mayorías de los españoles para crear un clima de simpatía hacia un Gabinete que, por primera vez en la Historia, no ha ganado unas elecciones sino que ha ganado una moción de censura. Por tanto, además de insistir que es un Gobierno perfectamente legal -es cierto- tiene que conseguir un plus de simpatía, de credibilidad, de adhesiones, antes de las generales. Era obligado para los ministros anunciar leyes muy atractivas, muy esperadas, así como dar continuidad por la vía rápida a propuestas del equipo de Rajoy pendientes de firma, como subir las pensiones y los salarios, o la bajada del IVA cultural.