Aspanias establece un enclave laboral en el Cenieh

Angélica González / Burgos
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Arranca esta semana el primero de los proyectos que acordaron en noviembre la asociación de personas con discapacidad intelectual y el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana

El enclave está en el laboratorio de Anatomía Comparada. - Foto: Ángel Ayala

 
Cuando esta mañana terminen la jornada laboral, María Hernando, Casilda Gallo y David Martín habrán completado su primera semana como trabajadores en el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (Cenieh). Estas tres personas son las primeras con discapacidad intelectual que acceden a desarrollar una labor en una entidad de alta investigación y este hecho singular se ha producido gracias al acuerdo que el Cenieh firmó el pasado mes de noviembre con Aspanias y cuyo principal objetivo es ampliar las posibilidades de trabajo de este colectivo, que son más complicadas, si cabe, que las del resto de la población.
Lo que se ha constituido en el centro de investigación se llama  enclave laboral y es una fórmula de creación de empleo intermedia entre los centros especiales de empleo y las empresas del mercado normalizado. «Los trabajadores del centro especial de empleo, que siempre siguen perteneciendo a él y no a la empresa, desarrollan su actividad en las instalaciones de la empresa del mercado abierto. Esto les permite conocer y experimentar otros entornos de trabajo y -algo que es especialmente interesante para nosotros- permite al empresariado conocer las capacidades y el rendimiento laboral de los trabajadores con discapacidad intelectual»,   explica María Ortega, directora técnica de la Fundación CISA, Centro Integral de Servicios de Aspanias. 
Y aunque aún no ha dado tiempo a que toda la plantilla del centro conozca a María, Casilda, David, y a Sonia Ausín, que es su supervisora, María Amor Barros, responsable de Relaciones Institucionales del Cenieh, está convencida de que van a ser muy positivo para todos incluso para transmitir «que las formas de hacer ciencia son infinitas y están al alcance de todo el mundo». La técnica de Comunicación Chitina Moreno añade que se trata de una oportunidad «muy interesante» de abrir el centro a la sociedad porque cree que sigue siendo «un gran desconocido» para los burgaleses, y Sonia Ausín, por su parte, cree que aportarán mucho en lo que se refiere al ‘factor humano: «Son unas personas muy cercanas y tienen una gran capacidad de trabajo, además, están encantadísimas de estar aquí y de demostrar lo que valen».
Los tres confirman el diagnóstico de su supervisora y manifiestan estar muy contentos tanto con la labor a la que se dedican, en la que ya andaban bastante entrenados, como por la posibilidad de salir de sus otros centros laborales y de formación, que están en Aspanias, durante cinco horas al día. Porque este es el tiempo que María Hernando, Casilda Gallo y David Martín dedican a separar los fósiles de pequeños animalillos, de la microfauna que se esconde entre los kilos y kilos de sedimentos que llegan en bolsas desde los yacimientos de Atapuerca. Para hacer una labor tan delicada se requiere mucha paciencia, tener el ojo bien entrenado y una motricidad fina adecuada, condiciones que reúne de sobra este equipo porque lleva años  haciéndolo como parte de la estrecha relación que une a Aspanias con todo el entorno de la evolución humana desde hace más de una década.
Estas habilidades, una pinza y, además, un buen oído componen el equipo del que se sirven estos trabajadores para evitar que los restos de seres vivos se vayan a la basura: «El oído es importante porque algunos huesos son muy parecidos a las piedrecillas a la vista pero si les tiras suavemente sobre una cajita hacen un ruido distinto y escuchándolo no te confundes», asegura Casilda mientras sus compañeros asienten.
El director del centro de investigación, Alfredo Pérez, reveló durante la firma del convenio con Aspanias que podría haber trabajo de estas características para los usuarios de Aspanias al menos hasta el año 2015 pues en uno de los sótanos del emblemático edificio se acumulan cerca de 2.000 bolsas con cuatro kilos de sedimentos cada una. A esta iniciativa le seguirán otras como el escaneado de documentos para la digitalización de la biblioteca o la participación en excavaciones durante el verano en diferentes provincias como Soria o Teruel.