Ayer les contamos que una de las muchas consecuencias de la crisis económica es que este año circularán por las vías más saturadas de Burgos cerca de un millón de vehículos menos. No existe posibilidad de cuantificar el cambio, pero sí es muy probable que al menos una parte de esos conductores que han optado por aparcar el coche se hayan subido a la bicicleta como medio de transporte alternativo.
Pero la proliferación de ciclistas en las calles implica también el respeto de algunas normas básicas de convivencia. Los ciclistas sufren toda suerte de barreras: coches que no entienden que una bici es un vehículo sujeto a su mismo código de circulación (y por tanto a iguales derechos), peatones que no han aprendido que el carril bici es para eso, para las bicis, e itinerarios que se cortan o no alcanzan a puntos de gran afluencia de público.
Por contra, cabe recordar que los ciclistas deben apearse y caminar en las zonas reservadas a los peatones. Lo mismo pasa en los pasos de cebra no regulados por un semáforo específico, en los que hay que cruzar andando y no sobre la bicicleta.
El Ayuntamiento lleva meses siendo el blanco de las quejas de unos y otros, y una de las más redundantes, según explica el titular de Movilidad, Esteban Rebollo, es la de que hay ciclistas que circulan por el Espolón sin prestar demasiada atención a los peatones.
Algo similar ocurre en el paseo de la Sierra de Atapuerca, frente al complejo de la Evolución. En este caso, el carril bici no está delimitado y separado con claridad de la acera, sino que está marcado con unas imágenes estampadas que simbolizan el paso de ciclistas, y nada más.
Esa conflictividad se iba a resolver a través de la ya famosa Ordenanza de Movilidad, que llegó a ser aprobada inicialmente pero que está pendiente de su visto bueno definitivo. Y si está pendiente es, precisamente, porque la Dirección General de Tráfico iba a aprobar de forma inminente una modificación del Reglamento de Circulación para determinar cómo hacer compatible el uso de la bici con las zonas peatonales.
Sin embargo, esa modificación no ha llegado y, hartos de esperar, varios ayuntamientos (Alicante, Valencia o Palma de Mallorca entre ellos) han aprobado ya sus ordenanzas con el pertinente régimen sancionador incorporado. Uno de los próximos en hacerlo será el de Burgos y en el texto se va a mantener el veto a circular por espacios peatonales. La ley marco prevé sanciones de entre 60 y 300 euros para quienes incumplan este precepto, y será el Ayuntamiento el que decida cómo traspone ese régimen sancionador. Eso tendrá un efecto inmediato sobre los problemas antes mencionados.
Consecuencia directa
La ‘solución’ al primero, el del Espolón, pasa por «prohibir la circulación de bicicletas por la parte baja del Espolón», confirma Rebollo, y enviar a los ciclistas por el paseo de Marceliano Santa María, por la parte alta paralela al río. Se colocarán «las pertinentes señales de prohibición» y se marcará junto al río el carril a seguir.
Si algún ciclista es sorprendido fuera de ese itinerario circulando por la zona peatonal, será multado. La sanción, como ya se ha explicado, queda al albur del Ejecutivo local, pero podría llegar a ser considerada grave, lo que equivaldría a pagar 300 euros. La denuncia no implicaría retirada del carné de conducir en el supuesto de que el ciclista lo tenga, algo que sí ocurre en otros supuestos.
Y en lo que respecta al paseo de la Sierra de Atapuerca, en el que la solución adoptada no satisface ni a ciclistas ni a peatones y donde no es extraño ver grupos de visitantes ocupando el itinerario reservado a las bicicletas, Rebollo asegura que se «remarcará el trazado con más intensidad» para que se distinga de la zona peatonal.
La solución ‘estética’ que se adopte en el suelo frente a Caballería será la misma que se decida para el Espolón, de forma que exista cierta continuidad entre un tramo y otro.