Frías, 30 días después del rugido del Ebro

M.J.F. / Frías
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El 31 de enero, la ciudad sufrió una riada histórica que llegó a los telediarios. Un mes después, hay menos barro pero más miedo

Los fredenses no olvidarán el 31 de enero de 2015. Era sábado y amanecieron totalmente inundados. El Ebro había sufrido una crecida histórica y en algunos puntos, el agua llegó a alcanzar el metro y medio de altura. Se anegaron las riberas, el camping y decenas de viviendas de la parte baja de la localidad y también varios negocios. Hasta hubo que rescatar en lanchas motoras a algunos vecinos. De ello se encargó el GEAS, el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas. «Desde entonces, tenemos el miedo metido en el cuerpo», resume Sonia, una hostelera de la zona especialmente afectada por el desbordamiento aunque a ella, milagrosamente, no la tocó. «No me va tocar, todo ¿no?», indica.

Ha pasado un mes de aquello y los sentimientos son tres: impotencia, miedo e incertidumbre. Y luego está el «quién es responsable de esto», «quién arregla los daños» y «quién los tiene que pagar». Los conflictos de intereses ahora están sobre la mesa. Los seguros y los abogados han tomado protagonismo. Los vecinos habituales creen que algo no se hizo bien y que no se avisó a la población a tiempo. Los empresarios están ‘tocados’. Han perdido mucho dinero y algunos no tenían seguro. El Ayuntamiento, por su parte, intenta hacer su papel lo mejor posible. La tranquilidad no acaba de llegar a Frías. Este jueves, los vecinos sabían que venían «otra riada gorda» de Villarcayo y empezó la tensión. Los paseos al río Ebro para ver con qué velocidad llegaba el agua y a qué altura iba subiendo esta vez, eran continuos. La sabiduría popular fredense dice que si las escaleras de piedra que hay en el merendero situado entre los dos puentes se cubren, «es cuando empiezan los problemas». El jueves, se quedaron sin inundar cinco peldaños y los vecinos pudieron respirar tranquilos mientras recibían fotos en el móvil con las llamativas inundaciones de la vecina localidad de Villarcayo. «Como ya nos ocurrió el día 31 que el agua nos llegó de golpe, pues pensamos que puede volver a pasar», explican varios fredenses.  

El camping es una de las instalaciones más dañadas por la avenida de enero. Y la gran pregunta que se hacen los campistas es si va a abrir o no el recinto este año. El alcalde, Luis Arranz, señala que se retomará la actividad «en cuanto se reforme lo hundido» y anuncia que «antes, habrá una reunión entre el Ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica del Ebro». Para los fredenses, las riadas no son nuevas. En diciembre de 1980 sufrieron un episodio también grave, pero el agua no alcanzó tanta altura. Ahora, los vecinos reclaman con fuerza que se asuman responsabilidades pero, sobre todo, que se tomen medidas para que no vuelva a ocurrir. «No habido desgracias personales, afortunadamente, pero alguien tiene que evitar que en otro episodio del río pueda llegar a haberlas; es una cosa muy seria y no se puede jugar con ello», apuntan varios vecinos. El 31 de enero, el alcalde fredense Luis Arranz, se encontraba promocionando su ciudad en la Feria Internación de Turismo de Madrid, Fitur. No pudo quedarse y salió pitando para Frías aunque le costó entrar porque los accesos estaban inundados. Frías es, con apenas 280 habitantes, una de las localidades más turísticas de la provincia. El  año pasado recibió 47.000 visitantes, una cifra récord en su serie histórica. Su singularidad y el acierto con los eventos la ponen en el top.