Se desprende la coronilla de María Magdalena de un relieve del trasaltar

I.L.H. / Burgos
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La pieza de la 'Crucifixión' se suma a las continuas caídas de lascas de la girola. La Junta sigue sin redactar el proyecto para su intervención

La girola de la Catedral lleva años pidiendo auxilio. El desprendimiento de lascas por la humedad que afecta a la piedra es continuo y el deterioro de los relieves de Felipe Vigarny resulta ya, en algunos casos, irreparable. Los tiempos de las administraciones son demasiado lentos para un proceso de destrucción al que no se le ha conseguido poner freno.

El último gran desprendimiento afecta al relieve de la Crucifixión que, junto al de la Resurrección son los dos que presentan la patología más grave. Se ha caído parte de la cabeza de la figura de María Magdalena que, arrodillada, se aferra a la base del crucificado. Su rostro doliente aparece ahora gravemente marcado por el sufrimiento de otra muerte: la del conjunto escultórico del siglo XV.

«Normalmente se caen lascas pequeñas por la evolución que tiene la piedra. No podemos descartar que se sigan cayendo trozos, incluso de mayor tamaño, porque es el proceso de degradación que va sufriendo por la filtración de las sales», afronta, resignado, el arquitecto de la Catedral José Manuel Álvarez.

El Cabildo ya ha comunicado a la Dirección General de Patrimonio de la Junta la lamentable pérdida, sin que por ello los tiempos hayan variado.

Fue el año pasado cuando se conoció el diagnóstico definitivo del estudio que durante más de doce meses evaluó cómo afectaban las temperaturas y humedades de todo un año al conjunto de la girola. Las conclusiones aconsejaban desmontar los 2 relieves más afectados para conseguir eliminar los accesos de humedad.

Sin embargo, y pese a la urgencia de la intervención, aún no se ha redactado el proyecto y la Junta apenas tiene reservados 50.000 euros para este ejercicio. La magnitud y complejidad de la restauración y su elevado coste ralentiza el comienzo de unas obras que tendrán una larga duración.

«El desprendimiento de lascas no ha parado en ningún momento. Quizá sean menos llamativos que la coronilla, pero se pueden caer estos y mayores. Lo único bueno es que, al no deshacerse como las lascas ni romperse con la caída, podemos guardar la pieza y reponerla más adelante».