La derrota ante el Girona ha dejado al Mirandés en una situación indefinida y sin un objetivo claro al que apuntar. Los rojillos están cada vez más lejos de la cabeza pero conservan un cómodo colchón sobre el descenso. Lo que preocupa en el entorno es que la ausencia de un reto atractivo provoque relajación en la recta final de la competición, sobre todo, porque la sombra de los sucedió la pasada temporada es aún demasiado alargada. 

El tropiezo ante los catalanes ha sido un mazazo para las aspiraciones de engancharse en la zona alta, el desafío que siempre ha fijado el técnico como prioritario. Aunque los resultados de la jornada han beneficiado a los rojillos, que pese a no sumar están solo a ocho puntos de la sexta plaza, la sensación que dejó el encuentro ante los catalanes es que el equipo no atraviesa su mejor momento para protagonizar una remontada. 

La irregularidad de Zaragoza y Ponferradina hace albergar esperanzas al resto,  pero los números del Mirandés en la segunda vuelta no son los de un equipo de play off, y entre el numeroso grupo de aspirantes, hay rivales que parecen llegar con más fuerza a la recta final de la temporada. La principal baza rojilla es que de los once encuentros que restan, seis serán ante conjuntos que le preceden en la tabla por lo que puede recortar puntos. 

Por abajo, los empates de Barcelona B y Sabadell permiten mantener los diez puntos de ventaja respecto al descenso, lo que concede un margen de error amplio para evitar apuros de última hora. El choque del sábado ante el colista puede ser definitivo ya que un triunfo dejaría encarrilada la permanencia, aunque aún quedarán tres partidos más ante equipos de la zona baja. 

En el último mes ninguno de los cinco últimos clasificados ha sido capaz de ganar dos partidos, lo que otorga mayor tranquilidad a un Mirandés que con cuatro triunfos más tendría asegurada su continuidad en Segunda, aunque con la media actual el descenso estaría en una cifra más baja que en anteriores temporadas.