Un pasaporte para Nadal

Andrés Seoane / Burgos
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La Protectora se negó a devolver este perro, escapado y sin chip, a Carlos, su dueño, y lo envió a Alemania. Ahora intenta que su nueva familia germana le permita regresar a casa

Hay despistes que pueden convertirse en una odisea, como le ha pasado a Carlos Barriocanal, el dueño de Nadal, un perro de cinco años cruce de labrador, que se escapó de su casa en Rabé de las Calzadas iniciando un periplo que lo ha llevado hasta Alemania, y que su propietario aún confía en que tenga un final feliz.

El 5 de noviembre Nadal saltó la valla del jardín, algo que hacía en otras ocasiones, pero esta vez no volvió. «Yo sé que he tenido errores al no ponerle el chip ni más impedimentos para que no se escapase, porque no me gusta tenerle atado mientras nosotros estamos», admite el dueño. Tras una búsqueda por todos los lugares de paseo habituales, miraron en el catálogo de animales recogidos por el Ayuntamiento, llamaron a la protectora y bucearon por internet sin ninguna suerte.

Al final, consiguieron dar con Nadal en una página de perros abandonados en Burgos. Según se indicaba en la web, el perro había llegado a la Protectora (que ha colgado el teléfono a este periódico rehusando dar su versión de los hechos) el 17 de noviembre, días antes de que hubieran llamado para ver si estaba. «Nosotros preguntamos en la Protectora cuando ellos ya tenían a Nadal y nos dijeron que no», recuerda Carlos.

Su pareja acudió entonces sin desvelar su identidad porque les pareció «muy raro» y, efectivamente, Nadal estaba allí. Ella se interesó por el can pero la dijeron que ya estaba dado en adopción, la misma conducta que siguieron con el dueño cuando intentó que se lo devolvieran, con la diferencia de que le negaron de nuevo que lo tuvieran antes de saber a qué animal se refería, puntualiza. Carlos describe que fueron unos momentos muy complicados para él y para Nadal, y los miembros de la Protectora terminaron por invitarlo a marcharse por el bien de ambos.

Tras consultar qué opciones tenía, decidió acudir de nuevo a la Protectora como adoptante para fotografiar a su perro, tener pruebas de que se encontraba en las instalaciones, y volver a pedir que se lo devolvieran puesto que en caso contrario les pondría una denuncia. Tras cumplir paso por paso el planteamiento, Carlos relata que, al final, la responsable de la Protectora le echó de malos modos y con peores palabras.

Entonces acudió al Seprona para poner la denuncia. Los agentes la redactaron y le sugirieron ir ellos en primer lugar a pedir la devolución de Nadal para evitarle la interposición de la demanda. Aunque el dueño aceptó, la idea no dio resultado y finalmente tuvo que denunciar a la Protectora, puesto que sus miembros se reafirmaron como los propietarios del perro.

Los padres de Carlos también quisieron visitar al can, pero cuando se presentaron ya lo habían enviado a Alemania. «Nos hemos puesto en contacto con la Protectora alemana, nos han dicho que no sabían nada de la denuncia y que iban a mandar la carta que les escribimos a la nueva familia que tiene Nadal ahora, pero aún no tenemos noticias», detalla Carlos.

El dueño precisa que sus quejas solo están motivadas por el trato de la gerencia, dado que valora de forma muy positiva la labor que desempeña la Protectora en el cuidado de los animales.

Una práctica habitual

 

La responsable de Protección de animales de Burgos (Proanbur), Sara Menor, trabajó con anterioridad en la Protectora que según cuenta Carlos ha enviado a Nadal a Alemania, y explica que en el país teutón se tiene una cultura animal en el que el abandono prácticamente ni se concibe. «Los perros allí están fenomenal, perfectamente cuidados y en inmejorables condiciones», describe, razón por la que el envío de los canes tanto a este territorio como a Suiza o Francia, es algo muy común.