Mascarada invernal

R.P.B. / Burgos
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Una treintena de comparsas ponen la nota de color a una tarde ventosa y desapacible • El desfile congregó a muchos burgaleses por las calles del centro de la ciudad

El calor y la gracia que sí abundan en otras latitudes se sustituyen en el helador suelo bendito por entusiasmo y heroicidad, virtudes sin las que difícilmente se sostendría una fiesta como el Carnaval en perrunas tardes como la de ayer, en la que hasta las estatuas tiritaban y se les caían los mocos cuando se desmelenaba el viento canalla que ha hecho hogar en la ciudad. Pese al desapacible panorama, había una inusitada expectación a lo largo del Espolón, improvisado sambódromo por el que discurrió el desfile carnavalero. Eso sí: quienes allí se habían apostado se movieron menos que los plátanos del paseo, por más que algunas de las comparsas intentaran caldear el ambiente. Cómo somos... 
Y no será por la participación, que este año era de récord: hasta 31 formaciones concurrieron en la marcha, que se hizo más larga que un día sin pan.Abrían la comitiva unos alegres insectos zancudos, perseguidos por una rana gigante; les seguía una banda de rock tocando en directo mientras una momia, Frankenstein, Drácula y el Hombre Lobo tamaño XXL bailaban con gracia y hacían cucamonas a los más pequeños, casi tan fascinados con el espectáculo como en la Cabalgata de Reyes. Hippies zancudos, una oronda señora recostada en una cama con dosel, la farsa de unas fanáticas abominando del Carnaval y llamando a gritos a la Cuaresma y un dragón multicolor componían el primer tercio del desfile.
A continuación llegó el turno del Centro Ocupacional El Cid, con trajes hechos con cupones, varios superhéroes y la comparsa de Aspanias, todos muy guapos y salerosos. Los Guardianes de la Recre parecían salidos de Alicia en el país de las maravillas. Detrás desfilaban bomberos, indios y vaqueros, los 101 dálmatas, unos cuantos egipcios y varios romanos (conocerás mundo...) perseguidos por los galos de Astérix y Obélix. Estuvieron muy graciosos y bailongos los deshollinadores; y originalísima fue la comparsa que recreaba el fondo del mar, con unas medusas luminosas de lo más conseguidas.
 
No faltó nadie. No faltó nadie: ni musculados forzudos, ni los pingüinos de Madagascar, ni otra legión romana, ni caballeros medievales. Hasta chinos desfilaron junto a codiciosos piratas con un gran cofre repleto de oro; hasta lanudas ovejas (qué disfraz más acertado para la tarde de marras) marcharon con Quijotes ySanchos a batukada limpia. Y estaba la gente del circo, y varias tribus urbanas, y los iconos del watshapp, y ratitas presumidas, y señores Potato y los divertidos Minions pusieron el color al desfile carnavalero, que recorrió las calles del centro con todo el ánimo que pudieron conservar pese al viento y al frío.