Un informe propone multar al café Espolón por hacer obras sin permiso

J.M. / Burgos
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El adjudicatario del negocio tuvo que detener los trabajos tras una inspección municipal. Patrimonio debe dar su autorización a la reforma por tratarse de un edificio protegido

La pretensión del adjudicatario de la explotación de la antigua cafetería Espolón de agilizar las obras para reformar el local de hostelería se topó el pasado mes de julio con una inspección municipal en la que se comprobó que el nuevo inquilino, el Ángel de la Paloma, había iniciado los trabajos sin contar con la autorización pertinente. Esa visita al inmueble provocó que el jefe de Licencias del Ayuntamiento firmara una resolución en la que ordenaba a los hosteleros la «paralización inmediata» de los trabajos y disponía que se iniciara el «procedimiento sancionador por la infracción urbanística cometida».

La resolución de Licencias se produjo después de que el 9 julio uno de los arquitectos municipales advirtiera que la declaración responsable que presentó el adjudicatario para realizar la obra no era válida. El motivo, que el local se encuentra en un edificio que cuenta con un grado de «protección integral» y que, además, se ubica en un inmueble declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Es decir, se trata de un espacio que para poder ser modificado precisa de un informe favorable de la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León. Y a mayores, que cuente con un proyecto de reforma.

Sea por la razón que fuere, lo cierto es que el adjudicatario solo había entregado en el Ayuntamiento la declaración responsable (lo hizo a finales de junio). Y ese fue el único documento que presentó pese a que en el modelo que existe para cumplir con este trámite administrativo aparece reflejado, y de forma destacada, que en los entornos de los BIC está prohibido iniciar ninguna obra. En otras palabras, que el atajo en tiempos que ofrece la declaración responsable no es válido para estos casos. Hace falta proyecto.

Entre las modificaciones que quiere realizar la empresa se encuentra la de instalar un ascensor que mejore la accesibilidad del inmueble, llevar a la planta baja los baños que antes se encontraban en el sótano y una modificación en la barandilla de la entreplanta (se propone sustituir por una acristalada).

Tras recibir el adjudicatario la orden que le obligaba a parar las obras, la empresa presentó un escrito de alegaciones en el que afirma que precisamente todos estos cambios estaban anunciados en la oferta que presentaron meses atrás en el Ayuntamiento para regentar el local y que había merecido que el área de Contratación les otorgara la máxima puntuación (en el apartado de mejoras).

La empresa detalla también que «únicamente se han demolido los elementos que conformaban la barra del bar, la tabiquería que delimitaba el oficio de planta baja y el paso hacia la cocina y el sótano y retirado los paneles de madera y cristal» que decoraban la parte desde donde servían los camareros. Destaca, para cualquier posible descarga a su favor, que no se ha tocado ningún elemento estructural  ni elementos como la puerta giratoria, la barandilla o la escalera.

Poco después de la inspección en el local, el Ángel de la Paloma presentó el proyecto básico y de ejecución que se le solicitó para poder iniciar los trabajos. Se espera que Patrimonio se pronuncie en breve sobre si autoriza la intervención que propone la empresa.

El Ángel de la Paloma resultó la adjudicataria del concurso tras tener que justificar que su oferta era viable. Y es que, su propuesta, aunque por poco, podía considerarse desproporcionada de acuerdo con los principios que marca la Ley de Contratos del Sector Públicos. En el Ayuntamiento dieron por buenos los argumentos del licitador.