Doroteo: «Ni azadas ni hachas, le golpeé la cabeza contra la puerta»

I. Elices / Burgos
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Ofuscación. El hermano mayor de los dos acusados dice que se volvió «loco», pero que mató al letrado «en una buena lucha»

Los dos hermanos Braceras Bárcena (José Angel a la izquierda y Doroteo a la derecha), ayer durante el juicio. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Doroteo Braceras Bárcena habló ayer con tranquilidad durante su declaración como acusado del asesinato del abogado vizcaíno José Javier Ezquerra Uriarte, ‘Txetxu’, en el Valle de Mena en febrero de 2012. Se expresó con sosiego, como si se sincerase -con su verdad- ante los 11 miembros del jurado (9 titulares y dos suplentes). Exculpó a su hermano José Ángel, también imputado, de toda responsabilidad en el crimen y se arrogó toda la culpa. Sin embargo, quiso dejar claro que no lo mató de forma premeditada sino en el contexto «de una buena lucha» entre los dos. Y es que aseguró que fue el letrado vasco quien empezó la trifulca que terminaría con su fallecimiento. Se abalanzó contra él cuando ‘Teo’ se disponía a romper un contrato  con el que ‘Txetxu’ -en su opinión- pretendía robarle. 
 
Ambos forcejaron «igual que dos toros» y en un momento dado cayeron al suelo. El abogado quedó bajo el cuerpo de Doroteo, con la cabeza apoyada en el vano de la puerta de una casa de la aldea de Berrandulez, donde presuntamente ocurrieron los hechos. «Me volví loco, ni hachas ni azadas; le cogí por la bufanda y le golpeé dos, cinco, diez veces, no me acuerdo, contra el vano; él ya no respondía, los brazos le quedaron colgando, los huesos de su cabeza quedaron machacados», explicó en la primera sesión del juicio que celebra la Audiencia bajo la modalidad de tribunal popular (compuesto por 5 mujeres y cuatro hombres).
 
Este relato contradice la versión de la Fiscalía y la acusación particular, que sostienen que a ‘Txetxu’ le pegaron con el mango de una azada y que el golpe mortal en la parte posterior de la cabeza fue efectuado con un hacha, instrumentos ambos en los que aparecieron restos de sangre de la víctima. Pero ‘Teo’ explicó ayer que ambos objetos -que estaban en el coche de su hermano- pudieron contaminarse con otros efectos -unos sacos y una estaca- que introdujo en el maletero cuando se marcharon del lugar.
 
Todo ocurrió un día 15 de febrero de 2012 en Berrandulez (Valle de Mena). Para entender bien qué sucedió en esa fecha hay que hacer mención al contrato que desencadenó los acontecimientos. José Javier Ezquerra propuso a los dos hermanos que él les prestaría los 485.000 euros que precisaban para ejercitar la opción de retracto sobre una finca que había adquirido Francisco Gómez, un importante constructor de la comarca. Ellos poseían el 10% de su superficie y del resto disfrutaban en calidad de arrendatarios, como pastos para alimentar a sus vacas.
 
Para formalizar el préstamo el 20 de enero de 2012 firmaron un contrato con Ezquerra y consignaron la cantidad de 485.000 euros en favor de los dos acusados. El día 12 ó 13 de febrero, el abogado telefonea a Doroteo para pedirle que le entregue su copia del documento y éste así lo hizo, sin tomar la precaución de hacer una copia antes. Dos días después ‘Txetxu’ llama a Braceras para comentarle que han de reunirse porque ha desaparecido el contrato y hay que firmar otro nuevo para dejar constancia del préstamo.
 
Según las acusaciones, los interesados en que dicho contrato se volatilizase eran los hermanos Braceras, pues de ese modo ningún documento acreditaría el préstamo y ellos obtenían la finca de Berrandulez gratis. Y éste sería el principal móvil del asesinato. Pero la defensa sostiene todo lo contrario. Que fue el abogado quien lo destruyó para sustituirlo por otro, que es el que dio a rubricar el 15 de febrero de 2012 a Doroteo Braceras Bárcena.
 
Sin leerlo. Estampó su firma en Cornejo, en el coche de Ezquerra, pero se dio cuenta de que «la última página no era igual que la del documento» del 20 de enero. «Llámenme tonto si quieren, pero sí, lo firmé sin leerlo; me fiaba de él; si llego a saber que había estado en la cárcel (por ‘Txetxu’) no lo había cogido como abogado», se lamentó ayer durante el juicio.
 
Con todo, accedió a comer con él en Villasana de Mena, en el restaurante El Cuatro. Sobre las 15 horas el letrado le recordó que requería también la firma de su hermano José Ángel. ‘Teo’ le telefoneó y como quiera que por la tarde el menor de los Braceras tenía que ir a Berrandulez para dar de comer al ganado, decidieron trasladarse hasta allí -por decisión de Ezquerra- para la rúbrica. Su hermano tardó en llegar.
 
Mientras le esperaban al lado de la primera casa de la aldea abandonada fue cuando Doroteo, con la mosca detrás de la oreja, tomó el contrato y empezó a leerlo. «En el encabezamiento aparecían unos prestamistas que yo no sabía que existían y en él decía que toda la finca pasaba a manos de él y además un terreno de mi padre que nos dejó en herencia», recordó. En el documento firmado el 20 de enero «‘Txetxu’ era único prestamista» y en él, los hermanos se comprometían a devolverle el dinero en 15 años y a cederle la explotación de un coto de caza durante los 10 primeros -los otros cinco a medias-. Al descubrir lo que el denominó engaño, le llamó «ladrón» y rompió el documento. A partir de ahí empezó la pelea y se produjo la muerte de Ezquerra.
 
No vengas. Llamó a su hermano, pero para advertirle de que ya no fuera, porque la había «preparado». Aun así, su pariente estaba cerca y llegó con su hija menor de edad hasta el lugar. Solo se apeó José Ángel y, al ver la escena, se encaró con su hermano y le reprochó lo sucedido. «Me culpaba a mí -afirmó ayer Doroteo- y como seguía como loco cogí una estaca y volví a darle en la cabeza al abogado», evocó. Este segundo lance sucedió ya dentro de la casa abandonada de Berrandulez, donde había introducido el cuerpo sin vida.
 
Según reconoció, en las horas posteriores se dedicó a «destruir pruebas». Pidió unos guantes a su hermano para limpiar la sangre del lugar, saneó con ácido el vano de la puerta, quemó objetos manchados y el contrato en el txoco de su casa. En días posteriores aró todas las inmediaciones donde había ocurrido los hechos para «destruir pruebas». En su huida hacia delante decidió quemar el coche de ‘Txetxu’, que es en el que se movieron durante el día 15 de febrero. Y a la mañana siguiente fue cuando se le ocurrió que tenía que ocultar el cuerpo y lo transportó en un remolque de caballos hasta el túnel de la Engaña, donde lo introdujo en una sima que después tapó con una losa muy pesada.
 
La Ertzaintza, que investigó la desaparición del abogado, sospechaba de ambos hermanos, pero no los detuvo hasta el 9 de marzo de 2012. ¿Por qué no confesó lo sucedido desde un principio si no se trataba un asesinato? Aseguró que actuó siguiendo «las órdenes» de sus abogados, primero de la que le tocó de oficio, quien le aconsejó que lo «negara todo», y después de otro al que contrató y que le recomendó que no mencionara a la hija de su hermano. El día 16 de mayo decidió que tenía que confesar y así lo hizo.
Condujo a los investigadores hasta el lugar donde había escondido el cadáver de Ezquerra Uriarte y relató la versión que ayer dio de los hechos, exculpando en todo momento a su pariente.
 
Aseguró que José Ángel solo le ayudó, porque él se lo mandó, a introducir al abogado en unas sacas de nylon, con las cuales transportaría el cuerpo al túnel de la Engaña, y a destruir unas pruebas que arrojó a un río. «Mi hermano no hizo nada; si llega antes, no habría muerto nadie; quien debió morir allí era yo, pero no sé lo que me que me pudo pasar», explicó ayer Doroteo.