Los gigantes de la ruta

H. Jiménez / Burgos
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Burgos es una de las provincias españolas con más transportes especiales, grandes convoyes que movilizan a la Guardia Civil y a la DGT y que obligan a coordinar los intereses públicos y de las empresas

Un camión 'normal' adelanta al transporte especial de 50 metros de largo aprovechando el carril de vehículos lentos de la cuesta de Ubierna, en la N-627. - Foto: Jesús J. Matías

El convoy, a punto de cruzar el túnel de Ubierna.
El convoy, a punto de cruzar el túnel de Ubierna. - Foto: Jesús J. Matías

Con las primeras luces del día, el arranque de la A-73 en las cercanías de Villatoro es un hervidero de chalecos reflectantes. La presencia de la Guardia Civil pone en alerta a los conductores, pero no es un accidente ni nada parecido lo que provoca semejante jaleo matutino. Es el paso de un transporte especial, un enorme acumulador para una central termosolar, que proviene de la factoría MAC-TPI de Miranda de Ebro y se dirige al puerto de Santander para desde allí embarcar rumbo a Sudáfrica.
En la mañana de este pasado viernes el convoy rodeó la capital burgalesa en su viaje previsto desde hace varias semanas,  que ha motivado la movilización de agentes de la Benemérita, personal de la Jefatura Provincial de Tráfico y del Ministerio de Fomento. Se trata de uno de las cientos de operaciones que cada año necesitan la Autorización Complementaria de Circulación (ACC) y que convierten a la provincia de Burgos en una de las que más registran este tipo de circunstancias en toda España.
El Reglamento General de Circulación establece las longitudes y anchuras máximas de los vehículos considerados «normales». A partir de ahí, los que se excedan (normalmente por su voluminosa carga o su peso) tienen que comunicar a las autoridades de circulación sus planes para que el recorrido se pueda organizar convenientemente.
En este caso el desplazamiento estaba en fase de preparación desde el mes de agosto, según explica el jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán. Durante las horas previas, a lo largo de la madrugada, el transporte especial había recorrido la N-I en sentido sur y rodeó la capital burgalesa por la circunvalación, incluyendo el túnel de Fuentebuena, siempre escoltado por la Guardia Civil, con un vehículo piloto delante y otro detrás marcando su paso.
Tras una parada de varias horas a las afueras de la ciudad, obligatorio para garantizar el descanso de los conductores, el convoy adoptó rumbo norte a través de la carretera de Aguilar de Campoo, aprovechando el primer tramo de la autovía que, evitando travesías, lo dejó a las puertas del desfiladero de Ubierna y su corto túnel (otro de los puntos críticos del recorrido) hasta enfilar la N-627 en dirección hacia el límite con Palencia. Allí, después de tres horas para recorrer 65 kilómetros (la velocidad media es bajísima) el dispositivo quedaba en manos de las autoridades palentinas.
Una operación así obliga a emplear varias patrullas de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, concretamente dos por el día y tres por la noche, que durante esa jornada no pueden hacer otra cosas que ocuparse de su escolta y control. Dan paso alternativo al resto de vehículos para permitir adelantamientos, comprueban la ruta acordada, las características del vehículo para evitar la picaresca y el cumplimiento de las obligaciones pactadas con la administración, incluyendo las correspondiente tasas. Supone una merma en los efectivos disponibles para otras tareas, pero la regulación de las ACC está dentro de sus cometidos habituales, tal y como recuerda el capitán de la Agrupación de Tráfico, Juan José Medel.
A veces surgen conflictos de intereses entre empresa y administración. Unas quieren ir lo más deprisa posible porque a su vez deben cumplir plazos de entrega con sus clientes y la administración, como recuerda Galán, tiene que facilitar «el desarrollo económico, más aún tratándose de empresas de la tierra». Pero la seguridad vial está en juego con transportes de este tipo y en ocasiones la prudencia obliga a imponer restricciones como obligar a circular por la noche, para evitar las horas de más tráfico, o impedir movimientos de este tipo los fines de semana.
 
«Hay que tener paciencia». Eladio Salvi, a sus 37 años, lleva 12 conduciendo los enormes camiones que movilizan este tipo de mercancías. Ayer iba al volante de un transporte de 50 metros de largo y más de 350 toneladas de peso. «Hay que tener paciencia y mucho cuidado con el peso y las dimensiones, pero cada transporte es un mundo, y cada ruta también. Aquí no te aburres», decía este leonés de nacimiento pero afincado desde hace años en Castellón. Desde Miranda a Burgos, a lo largo de una N-I especialmente complicada por los tramos en obras, realizó entre 1.500 y 2.000 cambios de marcha en una coordinación constante con el segundo camión que empuja la carga por detrás, acelerando o frenando según las necesidades de cada tramo.
Para él lo ideal y lo más cómodo sería «hacer como en Francia, que siempre vamos por autopistas». Parece lógico que siempre circularan por doble vía, y para ir desde Miranda a Santander podrían haberlo hecho vía Bilbao, pero la A-68 no admitía el peso de la carga y los puertos de Barázar y Altube presentaban limitaciones por su trazado. Tampoco es baladí el importe del peaje que tendrían que abonar si viajaran por la vía de pago. La solución, al final, fue dar un rodeo por media provincia para llegar al destino.