El más íntimo de Lucía

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Curro Sánchez, hijo del guitarrista fallecido, presenta en el Festival de San Sebastián un emotivo documental que redescubre al genio del flamenco desde su lado más humano

El más íntimo de Lucía - Foto: Ballesteros EFE

Entre los muchos homenajes que siguieron a la repentina muerte de Paco de Lucía, el pasado febrero, hay uno muy íntimo y familiar, que ahonda en la personalidad del maestro de la guitarra española revelando nuevas aristas. Lo firma su hijo, Curro Sánchez, y ayer se presentó en el Festival de San Sebastián.

Paco de Lucía: La búsqueda es el título de este emotivo documental que recorre la evolución artística del genio del flamenco, desde sus comienzos en Algeciras hasta la grabación de Canción andaluza, y en el que Sánchez abre una ventana hacia el lado más humano y personal de su padre.

El joven cineasta afirma que tras filmar La inmortalidad de un concierto, tenía tanto material sobre Paco de Lucía que «no podía quedarse en un disco duro». Pese a todo lo que se ha escrito y filmado sobre él, había un amplio anecdotario que no había salido a la luz y «solo faltaba tirarse a la piscina».

«Mi padre siempre nos ha contado anécdotas de su vida que eran para entretenernos, pero que tenían las claves de su evolución artística», explica este joven treintañero. «Seducirle» para que entendiera el proyecto fue «un reto», pero cuando lo consiguió se volvió de los dos, se convirtió en una historia de la familia.

En estos tres años que ha tardado en ver la luz, Sánchez confiesa que sintió muchísima presión, pues se metía en un sector donde el respeto a la figura del artista es «tan solemne y tan serio» como es el flamenco. «Todo es maestro, hay un trato vertical, casi litúrgico, y esos códigos al principio me encorsetaban», explica. Así que decidió romper con eso y contar la historia con espontaneidad.

«La guitarra me ha liberado, ha sacado mi personalidad fuera. Sin ella, sería un introvertido», cuenta De Lucía al comienzo del metraje. Y es que Sánchez revela aquí algo que solo conocía su círculo más privado: el guitarrista tenía un notable sentido del humor, era alegre y apasionado y con una forma flamenca de vivir la vida, aunque a veces se sumiera en la amargura.

«Era un personaje tan complejo que podía pasar de un extremo anímico a otro. Era tremendamente sensible e inseguro», señala. «Podía conectar con un momento de alegría y cachondeo absoluto, pero también se podía sumir en una profunda melancolía, porque no le gustaba lo que hacía y pensaba que la gente le estaba timando, que le aplaudían porque era lo que se esperaba».

Perfeccionista hasta la médula, una de las partes que más ilusión le hacía del documental era que fueran sus amigos y artistas a los que admiraba quienes hablaran de él, lo analizasen y escudriñasen como guitarrista. Sánchez recoge entre otros entrevistas a Chick Corea, John McLaughlin o Rubén Blades que desvelan cómo De Lucía tenía una relación casi sobrenatural con el instrumento.

Y es que la vida le puso delante a numerosas personas que catalizaron su instinto creativo desde que, siendo apenas un adolescente, Sabicas le aconsejó que dejara de tocar la música de otros. Ahí comenzó una búsqueda que le llevaría por el arte de la improvisación, como en su famosa rumba Entre dos aguas, y que cristalizaría en su revisión del flamenco.

Para su hijo, después del duro golpe de la pérdida, el documental supone una forma de redescubrimiento. «He encontrado millones de claves que no conocía y cientos de similitudes que desconocía que tenía con él», cuenta.

Su mayor deseo es que el público pueda quedarse con cuatro o cinco cosas que no supiera sobre su padre. Un genio universal que, al final de esta historia, regresa a sus recuerdos de niñez, a aquel territorio que fue «el que le hizo más feliz».