El revés de los trípticos

EUROPA PRESS
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El Museo del Prado de Madrid presenta en una exposición fotográfica la oportunidad única de poder observar la parte trasera de algunas de sus pinturas más famosas

Tríptico y reverso de El Jardín de las Delicias de El Bosco - Foto: Europa Press

Ya sea por curiosidad o por interés artístico, el Museo del Prado ofrecerá al público hasta el próximo 6 de enero una muestra muy particular: la oportunidad única de contemplar el reverso de los trípticos más famosos del centro cultural que se exponen abiertos en sus salas. ¿Quién no ha querido observar alguna vez lo que se esconde por detrás del lienzo?

Por eso y coincidiendo con la XIISemana de la Ciencia, la pinacoteca madrileña ha reservado durante más de dos meses la galería norte de la planta baja del edificio Villanueva para mostrar esta sorprendente exposición.

Para ello, se han realizado espectaculares fotografías a tamaño real de los trípticos cerrados que se exponen en el Museo y normalmente no están visibles al público. «Para el visitante será una sorpresa ver qué hay detrás de cuadros como el de El Bosco, por ejemplo», explicó ayer el director adjunto de Conservación y Restauración del Museo del Prado, Gabriele Finaldi.

Cada una de las imágenes está acompañada de cartelas informativas en las que se incluye una imagen del tríptico abierto y la referencia a su ubicación en las salas, «para que el curioso pueda luego buscarlas», explica Finaldi.

En el título de esta pequeña exposición, Los trípticos cerrados del Museo del Prado, de grisalla a color, se hace referencia a la grisalla, pinturas monocromas, en tonos grises, conseguidos mediante gradaciones de blanco y negro, que incorporaban en los reversos de sus obras los primeros primitivos flamencos.

El empleo del óleo, que permite la traducción de las distintas materias, favorece la ambigüedad y el ilusionismo al reforzar el aspecto vivo de las figuras y el escultórico de las pinturas, como sucede en las obras de Alincbrot, Campin, Van der Stock y Provost.

La utilización del color en carnaciones, cabellos, fondos y algunos otros objetos como en las esculturas policromadas las convierte en «semigrisallas», como hizo Memling en algunas obras tempranas, y durante el siglo XVI algunos pintores de Brujas, fieles a la tradición, como Pourbus.

Singular es el caso de El Bosco. En El jardín de las delicias recurre a este estilo para un tema del Génesis, en Adoración de los Magos limita el color a los comitentes dentro del espacio sacro, mientras que en El carro de heno triunfa el color, lo que no sucede con otros, como Coecke, que, pese a aumentar su proporción, no renuncian a convertir sus figuras en esculturas policromas.

Durante los meses de exposición fotográfica sobre los trípticos del Museo del Prado se celebrarán visitas guiadas que partirán de un recorrido por el emplazamiento habitual de las pinturas hasta llegar a la exhibición donde podrán observarse el reverso de las obras. Los horarios y los días para poder reservar estos recorridos guiados son alternos, por lo que la dirección del centro aconseja informarse si se desea realizar esta actividad.

Nuevo Tiziano.

Además de la muestra sobre trípticos, el museo madrileño presentó ayer la restauración de un San Juan Bautista del maestro italiano Tiziano, que durante años había sido atribuido a un pintor anónimo.

Hasta el próximo 10 de febrero, la pinacoteca albergará una pequeña exposición en la que podrá contemplarse este cuadro que, hasta su reciente estudio, estaba catalogado como el trabajo de un pintor desconocido del siglo XVII.

Junto al nuevo óleo, fechado aproximadamente en 1555, el centro expone también otros dos cuadros del genio del Renacimiento transalpino dedicados al santo: uno procedente de la Galleria dell’Accademia de Venecia, en el que se basaría el lienzo recién restaurado, y otro conservado en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid.