«La vez que más miedo he pasado en mi vida fue en El Plantío»

R. Pérez Barredo / Burgos
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El periodista que revolucionó las ondas de la medianoche recuerda en el libro 'Buenas noches y saludos cordiales' anécdotas jugosas de su trayectoria profesional

Ya era el rey de las ondas, el dueño de las madrugadas, cuando a partir de la hora bruja los transistores se volvían frenéticos con su verbo apasionado e incendiario. Se llamaba José María García, Supergarcía, quien sería durante décadas el periodista deportivo más influyente y todopoderoso de la radio española. Voluntariamente retirado de la primera fila de la información desde hace trece años, el libro Buenas noches y saludos cordiales (Editorial Córner) devuelve a la rabiosa actualidad a un periodista de récords, polémico, controvertido, popular, temido, admirado, e icono indiscutible de una época. Firma el libro el también periodista Vicente Ferrer Molina, que un día se decidió a trazar el perfil más completo del hombre que puso de moda escuchar la radio cuando ésta solía enmudecer: a partir de la hora cero.
Llama en este libro la atención que para quien vivió el 23-F sobre el capó de un coche brillando como lo hacían los tricornios y las metralletas; para quien sobrevivió a una lluvia de balas durante la represión brutal del pueblo durante los Juegos Olímpicos de México 68; para quien se pasó media vida amenazado de muerte y obligado a llevar escolta, su peor recuerdo en lo que a miedo se refiere lo tenga, como confiesa en este libro, de un partido acaecido en El Plantío. Aquella inolvidable experiencia la padeció García en un partido disputado el 30 de abril de 1978. El Burgos CF, que militaba en Primera División, se enfrentaba al Racing de Santander con la necesidad imperiosa de ganar, ya que la permanencia del club del Arlanzón pendía de un hilo.
Miles de cántabros se habían desplazado hasta la capital castellana y las gradas presentaban un aspecto magnífico. Algunas crónicas de la época recogerían después que nunca antes se había registrado tanta afluencia de público como en aquel enfrentamiento. La cancha, sin embargo, no estaba en las mejores condiciones. Jamás pensó el periodista madrileño que una observación sobre el césped terminaría acarreándole el mayor susto de su longeva trayectoria, y eso que ya se estaba acostumbrando a ser foco de las iras de algunos aficionados exaltados, que solían escuchar sus retransmisiones en el graderío.
A pie de campo y micrófono en ristre, García se disponía a narrar las incidencias del choque para el Carrusel Deportivo de la SER, cadena en la que trabajaba por entonces. Así evoca en el recién publicado libro cuanto aconteció después: «La vez que más miedo he pasado en mi vida fue en El Plantío (...) A los dos minutos de partido tuvo que venir corriendo la policía a protegerme. Mi pecado es que hacía quince días que no llovía en Burgos, el campo era un barrizal impresionante y dije que habían dado un manguerazo.Me tiraron un transistor a la cabeza que pesaría tres kilos. Tuvieron que sacarme al centro del campo y la lechera (así se denominaba coloquialmente al furgón policial de color blanco) entró al césped para poder desalojarme. Me llevaron hasta el hotel Landa (...). Mari Carmen Izquierdo sacó imágenes en televisión que demostraban que habían regado el terreno a conciencia».
Sorprendentemente, aquella agresión no tuvo el eco que podría esperarse. La amplia crónica que se publicó en Diario de Burgos no hace una sola referencia al asunto; más al contrario, destaca el impecable comportamiento que tuvieron ambas aficiones durante todo el partido. Los periódicos deportivos de la época que se han podido consultar para la elaboración del reportaje tampoco lo mencionan. Sin embargo, del trabajo gráfico del fotógrafo burgalés Fede, presente en el estadio, sí puede desprenderse que algo sucedió en torno a Supergarcía. No en vano, varias de las instantáneas tomadas por el fotoperiodista le tienen como objetivo, y en una de ellas se ve cómo el público se dirige a él, que pone cara de circunstancias.
 
Empate a nada. Ambos equipos se jugaban mucho y el partido fue vibrante. El Burgos intentó cercar la meta defendida por un inspirado Damas, pero su dominio resultó efímero. La escuadra montañesa terminó imponiéndose desde la zaga, neutralizando el juego del conjunto castellano. El delantero burgalesista Quini protagonizó las ocasiones más peligrosas del Burgos CF, aunque el mejor de los blanquinegros fue el guardameta, Navarro II, que con varias intervenciones prodigiosas salvó a su equipo de una derrota segura. Rubiñán y Ruiz-Igartua también brillaron; pero no fue el día de jugadores como Valdés, Pachín, Viteri o Kresic, de los que se esperaba más por la trascendencia del choque, que concluyó con empate a cero.
Por fortuna, ambos equipos eludieron el descenso al finalizar el campeonato, sumando un punto más que los equipos que descendieron ese año (Betis, Elche y Cádiz). El ganador de aquella liga fue el Real Madrid, donde deslumbró una vez más un jugador rápido e indetectable, muy añorado en El Plantío. Resultaba imposible no echar de menos a Juanito.