Musica con conciencia

Belén Antón / Tolbaños
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Demandafolk reunió anoche en Tolbaños de Arriba a miles de personas que disfrutaron de los sonidos más tradicionales en la novena edición de este festival de música no convencional

Es una cita obligada del verano. Lo saben los miles de fieles que asisten cada año y lo aprenden los que acuden por primera vez. Y es que el Demandafolk es mucho más que un festival de música no tradicional, es encuentro con la naturaleza, respeto por el medio ambiente, convivencia, amor por nuestros pueblos y tradiciones, y sí, claro, también buena música.

Organizado por la Asociación Que la Sierra Baile, que con mucho mimo y con ayuda del público hace que Demandafolk sea cada año más grande, el festival congregó ayer en Tolbaños de Arriba en su novena edición a varios de miles de personas que disfrutaron de los conciertos que dieron comienzo por la tarde en este rincón de la Demanda y que retumbaron en toda la Sierra.

La Tolba, formada por miembros de la comarca y con una andadura de más de quince años, fue la encargada, como es tradición, de abrir la tarde-noche de música en el campo del fútbol de la localidad, donde se ubica el recinto de este festival. Antes, el espectáculo infantil de Pepín Banzo entretuvo durante un rato a los más pequeños. A La Tolba le siguieron los cántabros Saltabardales, que mostraron sobre el escenario la música tradicional de su tierra, la que han recopilado de las calles de Santander, y su diversión desenfada.

Poco a poco, según la noche se echaba sobre Tolbaños, fue aumentando la afluencia de público y se llegó al ecuador de los conciertos, protagonizado por la formación El Naán, que deleitó con su música, que toma como base los ritmos tradicionales castellanos para enlazarlos con sonidos de raíz de otras partes del mundo, y ofreció un concierto cuidado, con aspectos teatrales.

Después llegaron Muyayos de Raíz y su nueva forma de interpretar la música tradicional zíngara, celta, vasca o gallega, pero con aire renovado y que también han exhibido en otros países como Holanda, China o Portugal. Pasada la medianoche dio comienzo el último concierto del cartel, el de la Troba Kung-Fú. Sus ritmos de reivindicación de la rumba catalana resonaban aún en Tolbaños al cierre de la edición de este periódico.  

Cuando los proyectos se realizan con ilusión y desde el cariño, es más fácil que el resultado sea un éxito, y es lo que cada año ocurre con Demandafolk, que en solo ocho años, esta edición cumple los nueve, se ha convertido en uno de los referentes en este tipo de festivales. Con un presupuesto de 65.000 euros, y gratuito, la edición de este año está contando con numerosas actividades y talleres, siempre desde el respeto por la naturaleza y aptas para todos los públicos, otro de los valores de Demandafolk. Es un amplio paraguas que permite cobijar la diversión de todos y además ofrece dos zonas de acampada, para vivir el festival desde dentro durante todo el fin semana.

Demandafolk arrancó el viernes con la actuación de Pan de Capazo y con la celebración de distintos talleres, como el de observación de estrellas, maridaje de productos de la Sierra o la cata de gin-tonics y vodka. Ayer, día principal del festival, además de los conciertos, hubo una carrera de montaña, la pingada del mayo, comida serrana, juegos populares y talleres de danza irlandesa, construcción de instrumentos, elaboración de queso y cuajadas, excavación o medioambientales. Hoy se clausurará con la actuación de Irish Treble, a las 13 horas, con una marcha guiada, con patrullas de reciclaje, con un banco de cuentos y con un taller de observación solar.

Otro de los objetivos del festival es evitar la contaminación, por eso eximen de pagar aparcamiento a los coches que van con varios ocupantes, y colocan papeleras por todo el recinto. Un ejemplo de buena música, buena organización, y un público fiel. ¡Para que la Sierra nunca deje de bailar!