El 50% de los usuarios de Proyecto Hombre compagina su adicción con una vida y un trabajo 'normalizados'

Angélica González / Burgos
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La ONG lamenta que el consumo se hayan dejado de ver como un problema y refuerza el vínculo con el empresariado para hacer frente a las toxicomanías de muchos empleados

Se trata de una realidad «dura, complicada y presente», en palabras del director de Proyecto Hombre, Manuel Fuentes, a pesar de que en la entidad tienen la impresión de que el consumo de drogas ha dejado de ser el problema social que constituyó hace unos años y que solo incumbe a quienes lo sufren de forma directa. «Estamos contemplando el fenómeno social del ‘acostumbramiento’, por llamarlo de alguna forma; se ha normalizado la convivencia con las adicciones y han dejado de estar en un primer plano. Desde aquí seguimos haciendo nuestra labor para contener un problema que parece que no se quiere ver y que, si no trabajáramos así, se multiplicaría exponencialmente», explica.

Como ejemplo de su reflexión pone los resultados positivos que están dando las pruebas que realiza la Guardia Civil de Tráfico. Solo en la semana del 14 al 20 de diciembre del año pasado este Cuerpo detectó en todo el país a 2.328 conductores que estaban al volante bajo los efectos de algún tipo de droga, lo que supone para Fuentes «una muestra de lo que hay y que está tapado porque forma parte de la cotidianeidad». Tampoco aparece ya este asunto en las encuestas que periódicamente evalúan las preocupaciones de la ciudadanía española.

A pesar de semejante ambiente social, Proyecto Hombre sigue cumpliendo su función y lo hace no solo con personas jóvenes, como pudiera pensarse, aunque también. La ONG está abriendo constantemente las puertas a muchos cuarentones que llevan años compaginando una vida ‘normal’ con una adicción y a quienes les llega el momento en el que este forzado equilibrio se derrumba: «Existen muchos factores que ayudan a la integración y relativización del problema y el más importante es el de tener trabajo. Algo más del 50% de las personas que llegan aquí por una fuerte adicción a la cocaína o al alcohol mantienen su empleo y tienen su casa y su coche».

Así las cosas, la entidad se planteó hace un año reforzar sus lazos con el tejido empresarial burgalés formando a los mandos intermedios en la prevención y detección de las adicciones. Se trata de una iniciativa que ha sido muy bien recibida por parte de la patronal ya que, según Fuentes, un buen puñado de empresas han entendido que si sus trabajadores se encuentran bien y superan este tipo de problemas, su rendimiento será mejor. De hecho, varios directivos les han pedido ayuda  para colaborar en la recuperación de algunos de personas. Parece que la invisibilización social no impide que cuando se tenga delante a una persona con problemas de adicción no se atienda.

Los drogadictos siguen ahí, por tanto. Son, además, policonsumidores, es decir, que toman varias sustancias a la vez, las más de las veces para contrarrestar los efectos euforizantes y relajantes de unas y otras. A la cabeza se mantiene la cocaína (el 70% de los usuarios de Proyecto Hombre la consumen), seguida muy de cerca por el alcohol (el 65%), cuyo consumo excesivo se ha incrementado de forma importante en los últimos años debido a que es más barato, según Manuel Fuentes. En tercer lugar está el cannabis, con un 40% de adictos entre quienes piden ayuda, y continúa estando presente, aunque no con la misma incidencia que hace un par de décadas, la heroína.

Todo este consumo hace que muchas veces los pacientes lleguen con problemas psiquiátricos graves asociados o que se han precipitado por la adicción a las sustancias: «Muchas personas jóvenes que se drogan dejan colgados proyectos vitales y se quedan sin recursos para gestionarlos debido a que ahora impera la inmediatez en todo tipo de consumos, la falta de resistencia a la frustración y la ausencia total de sentido crítico».

Frente a esto, Proyecto Hombre sigue apostando por la educación y la prevención y corroborando con sus datos la realidad de las cosas: El 32% de los usuarios de su Proyecto Joven están enganchados a las tecnologías que, en no pocas ocasiones, suelen ser la entrada al abuso de  sustancias. Por eso siguen insistiendo en la formación de los chavales desde los últimos cursos de Educación Primaria ofreciéndoles las herramientas necesarias con las que ellos puedan  elaborar criterios propios sobre la realidad, hacerse fuertes ante la presión del grupo y gestionar correctamente su presencia en las redes sociales.