«El tiempo demostrará que las unidades de gestión clínica tienen sentido»

R.L. / Miranda
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Antonio María Sáez Aguado, consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León

Antonio María Sáez Aguado, consejero de Sanidad. - Foto: Ángel Ayala

El proyecto de conversión del servicio de Urgencias del hospital Santiago Apóstol en unidad de gestión clínica ha sembrado la polémica. Colectivos sociales aseguran que este modelo que Sacyl quiere implantar por toda la región supone una puerta abierta a la privatización mientras que el PSOE considera que empeorará la calidad asistencial. El consejero niega estas afirmaciones y subraya que la Sanidad es y seguirá siendo pública.

 
Más de 2.500 firmas se han recogido en la calle en contra de un proyecto que no se ha llegado ni a presentar a la dirección del hospital. La presión social ha sido tal que se ha decidido posponer, al menos unos meses, las votaciones y la elaboración de la propuesta. El consejero de Sanidad defiende el modelo, sobre todo porque serán los propios clínicos los que organizarán su trabajo y no los políticos ni el gestor de cada centro.

 
Aclárenos qué son las unidades de gestión clínica y por qué surgen ahora. 
Son una agrupación de profesionales, sobre todo médicos y enfermeros, que asumen voluntariamente el compromiso de organizar su actividad y sus recursos con más autonomía de la que tienen ahora. Esto surge porque en Sanidad lo que condiciona los resultados, la calidad, la satisfacción de los pacientes, la seguridad o el gasto son decisiones que toman los clínicos. Se trata de que presenten un proyecto sobre cómo orientar, en los próximos cuatro años, la Cardiología, las Urgencias o la unidad que se trate, y que anualmente se comprometan a alcanzar unos objetivos, sobre cambios en su funcionamiento, indicadores de calidad, etc.
Las decisiones entonces ya no las tomarán los gerentes de los centros.
Hasta ahora ha sido así, pero lo que queremos es que sean los equipos clínicos los que organicen su trabajo. 
En Miranda hay colectivos que aseguran que esto es una puerta a la privatización.
No es así. Si la Junta hubiera querido privatizar la sanidad lo hubiera hecho. El decreto reitera que estas unidades son de la sanidad pública y tampoco los profesionales que se integren van a cambiar su régimen jurídico; todos van a mantener su vinculación como el resto del personal. En Castilla y León hemos firmado un compromiso por la sanidad pública que dice que se va a mantener el modelo público y la gestión pública de los centros sanitarios, y eso lo hemos firmado con 40 sociedades científicas (oncólogos, cardiólogos...), con los 11 colegios profesionales sanitarios y con los tres sindicatos sanitarios de médicos, enfermería y auxiliares. Solo pretendemos que la sanidad esté más en manos de los profesionales.
¿Hay experiencias de unidades de gestión clínica en la red de Sacyl?
En Valladolid, en Cardiología, y en Zamora, en Psiquiatría, hay experiencias piloto, y han avanzado en los objetivos que se plantearon como reducir la hospitalización un 5% o la mortalidad post infarto en un 10% en el caso de Cardiología. Curiosamente, a pesar de la demagogia y de la oposición que se ha hecho con estas unidades, en el caso de Zamora los profesionales se han adherido a la unidad de gestión, no solo como proyecto piloto.
¿Y va a haber más?
Las vamos a presentar en un par de semanas. Tenemos entre 20 y 30 propuestas, algunas ya maduras porque las unidades funcionaban de forma parecida, y en otras hay que concretar más objetivos e indicadores. La idea es que en todas las provincias haya este año una o dos unidades de gestión clínica. Tampoco sería bueno que esto se generalizara desde el principio, porque no todos los equipos tienen la misma madurez organizativa. Solo queremos que en cuanto haya 15 ó 20 se demuestre que esto tiene sentido, que se quiere dar mejor servicio a los pacientes y hacerlo con consenso profesional. 
También se dice que con estas unidades lo que se quiere es ahorrar. 
Si se puede ahorrar y funciona mejor, estupendo, pero seguro que otras gastarán más porque van a hacer cosas nuevas. Sabemos que la sanidad crece y necesita más cosas o más personal, pero que sea porque son decisiones que toman los clínicos. 
En Miranda la presión social ha motivado que la propuesta para el servicio de Urgencias  del hospital se retrase. 
Creo que la polémica que hay en Miranda se ha alimentado con un concepto muy ideológico. Si alguien fuera capaz de demostrar que el decreto contiene alguna medida hacia la privatización, el debate sería sencillo y a partir de ahí nos pondríamos a discutir. Con independencia del decreto se han planteado estos debates que a mí me parecen absurdos. A veces quienes se declaran más defensores de la sanidad pública son sus peores enemigos, porque la sanidad pública tiene que ir cambiando en algunas cosas, poco a poco, para que sea más eficiente. Esa rigidez de que no cambie nada no forma parte ni de la modernidad ni del progreso. Vamos a ver cambios en la sanidad para mejorarla, y ¿cuáles son los límites?, que siga siendo pública, que la gestión sea también pública, y que los trabajadores sigan siendo trabajadores públicos.
El PSOE, y en concreto también el alcalde de Miranda, manifestaron su total rechazo a este modelo de gestión. ¿Qué le parece su postura?
Al alcalde le digo ‘zapatero a tus zapatos’. Es su opinión, pero si tiene dudas, que las consulte. Yo no me atrevería a opinar sobre problemas del Ayuntamiento de Miranda, que algunos tiene. 
¿Es cierto que los trabajadores de estas unidades podrán recibir retribuciones económicas adicionales?
El decreto contempla que durante el primer año de funcionamiento no habrá incentivos económicos porque hemos querido evitar la ecuación de ‘si ahorran más, van a cobrar más’ y eso es peligroso. Solo podrá haber incentivos profesionales, como los hay ahora, de formación o investigación, pero no retributivos. Hay que decir que los incentivos económicos ya existían porque en Sacyl existía una productividad invariable que se distribuía en función de los objetivos que alcanzaran, pero el problema es que era igual para todos, un cardiólogo que hubiera trabajado muy bien recibía el mismo incentivo que el del servicio de al lado que había ido peor. Queremos estimular a los mejores, primero con incentivos profesionales, y en el futuro, que no sabemos cuándo será, con productividad, como se ha hecho hasta 2012. 
El PP explicó hace unos días que esos incentivos también podrían destinarse a la mejora de los equipos de la unidad. 
Sí, cuando un equipo funciona y tiene mejores resultados, si necesita determinada tecnología se le estimulará también con eso, con mejores medios, formación, investigación, etcétera. 
La decisión de cambiar a este nuevo modelo será de los profesionales de Urgencias.
Por supuesto, lo tienen que proponer ellos. La condición es que el proyecto que elaboren sea homogéneo, que lleve unos indicadores como el nivel de actividad que prevén, a qué se comprometen, los tiempos de atención, etcétera.
¿Podría ampliarse luego a otros servicios del hospital?
Sí, claro. Yo cuando me he reunido con equipos que se lo estaban planteando o que tenían dudas, creo que no percibían esto como un peligro o una amenaza.  Esto va a ser un cambio para que los gerentes o directivos den un pequeño paso atrás y que los médicos o enfermeras den un paso hacia adelante, y que la sanidad esté más en manos de los profesionales y no solo de las decisiones de los políticos o gerentes.