El Centro Diocesano de Orientación Familiar nació hace 15 años, a raíz del último sínodo y ante el creciente número de problemáticas familiares nuevas que requerían una atención especializada. En este periodo el COFha atendido a más de 20.0000 personas, según se revela en la memoria editada con motivo de esta celebración.
La mayoría de ellas han participado en acciones formativas, «que inciden en asentar una buena base en las relaciones afectivas y familiares, buscando así prevenir conflictos». En concreto, la demanda de la mayoría de las familias que se atienden es su relación de pareja (43%) y la relación entre padres e hijos (35%). En este último caso, la edad de los hijos para los que se pide ayuda varía; una mayoría son adolescentes, pero también hay niños e incluso adultos. Igualmente hay familias que piden ayuda para la relación de hijos con abuelos u otros hermanos.
Respecto al tipo de profesionales que han intervenido, en el 38% de los casos de familias atendidas sólo se ha requerido el orientador/a familiar. En el resto, han participado otros profesionales. Y destaca la intervención psicológica (terapia familiar e intervención psicosocial) con un 58% de las familias que acuden.
Otros detalles que completan el perfil de las familias atendidas hace referencia a su estado civil (la mayoría están casadas por lo civil o por la Iglesia). Además, un 7% viven como pareja de hecho (reconocida o no) y un 15% están separadas o divorciadas.
En el porcentaje más alto de los casos acude a la primera entrevista la mujer (36%), seguida por la pareja (29%), la familia (18%)y el hombre (17%). En cuanto a la nacionalidad de las familias, en los últimos cinco años al 58% procedían de la Unión Europea, frente a las de origen americano (25%) o africano (15%).
Formación-prevención
Por otro lado, en el periodo 2006-2015 se calcula que 10.141 adolescentes han recibido educación de tipo afectivo y sexual. Desde los primeros años éste ha sido un «campo fundamental» para abordar la prevención de futuros conflictos de pareja y afectivos. Para ello, en 1999 se comenzó a colaborar de forma estrecha con la Fundación Desarrollo y Persona, siendo ésta la que ha impartido desde entonces la formación. Pero además, esta labor se reforzó en 2009 con la apuesta de la Fundación Esperanza y Vida, entidad burgalesa que nació con la vocación de «apoyar la vida humana». Gracias a estas dos entidades se ha llegado a 32 centros educativos. «Para nosotros es fundamental trabajar l a prevención no sólo llegando a la población específica, sino también a través de la capacitación de los agentes y profesionales que están en contacto directo con estas personas», aseguran desde el COF.