De nuevo en casa

I.L.H. / Burgos
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Seis años después de su traslado a Valladolid, los incunables, manuscritos y demás joyas del fondo bibliográfico de la Biblioteca Pública vuelven al edificio de la plaza San Juan

La ‘Biblia de Gutenberg’ de la Biblioteca Pública la donó Luis Maluenda al monasterio de San Juan de Ortega. - Foto: DB/Patricia González

Que se llevaran el fondo más valioso de la Biblioteca Pública a Valladolid, aunque fuera de manera temporal, nos ha tenido seis años intranquilos. Vale que hubiera una orden ministerial que avalara su regreso, pero no sería la primera vez que un tesoro de la ciudad se pierde en el camino, el limbo del tiempo o la burocracia. Por eso reconforta comprobar que el más bello de los incunables, el primer libro impreso del mundo, está de nuevo en casa. Junto a la Biblia de Gutenberg, de 1454, está ya en el archivo del remodelado edificio de la plaza San Juan el resto del fondo bibliográfico, incluida la Biblia Románica de Burgos(aunque en este caso el códice esté en Oña, en la exposición de Las Edades).  

Los 12.000 volúmenes que viajaron a la Biblioteca Regional conformaban no solo el fondo más antiguo del centro, sino el de mayor valor bibliográfico. Son 119 incunables (el más antiguo, la Biblia de Gutenberg), 81 manuscritos y obras de indudable interés de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII principalmente. Aunque por cuestiones de seguridad no hemos podido acceder al lugar donde se custodia el fondo completo, hemos hojeado algunos de sus incunables.

Impresiona observar las letras góticas limpias y regulares y sus 42 líneas por página de la Biblia de Gutenberg sabiendo que es uno de los 21 ejemplares completos que existen de esta magnífica obra y el único que se conserva en España. Impreso por Johannes Gutenberg en el taller que tenía en Maguncia (Alemania) en 1454, la obra llegó a la Biblioteca Pública tras una donación  al monasterio de San Juan de Ortega de un canónigo de la Catedral. Tras la desamortización, el ejemplar fue ‘descubierto’ dentro del fondo de la biblioteca por Matías Martínez, director del centro a principios del siglo XX.

Pero cómo llegó el ejemplar a las manos del canónigo de apellildo Maluenda era algo que se desconocía hasta hace unos años. Carmen Monje, directora de la Biblioteca Pública, recogió en un artículo los avatares de este incunable encuadernado y con herrajes. «Fue en 1952 cuando el profesor Cantera Burgos en su obra Alvar García de Santa María y su familia de conversos habla de la existencia de una cláusula en el testamento de Luis de Maluenda, sobrino de los Santamaría, por la que dona al Monasterio de San Juan de Ortega ‘la mi biblia de molde grande que me costó tres mill e dozientos e cinquenta maravedíes (3250)’». Ese testamento data de 1488, pero aún queda por descifrar sus primeros años de vida y cómo se hace Maluenda con el ejemplar.

Monje sostiene que fue a través de Flandes, Colonia o Bolonia, localidades que tenían contactos comerciales con Burgos, y de donde por ejemplo, Alonso de Cartagena, obispo y familiar de Luis Maluenda, trajo a Juan y Simón de Colonia para trabajar en la Catedral.

La otra gran joya de la Biblioteca es el códice de la Biblia Románica de Burgos. Creada en el scriptorium del siglo XIIdel monasterio de San Pedro de Cardeña, solo se conserva uno de los tres volúmenes que pudo tener en su origen y que corresponde al Nuevo Testamento. Está escrito en letra carolina de gran calidad, en colores rojo y negro dependiendo del tipo de párrafo, y destacan tanto las letras capitulares como los juegos de letras mayúsculas.

Del resto del fondo podemos destacar algunos ejemplares del siglo XVI expurgados por la Inquisición y otros incunables importantes como la Genealogía de los dioses, de Bocaccio, de 1497; las Institutiones de Justiniano, de 1486; o el Rhetoricorum libri, de Benito Arias Montano, de 1569.

El devenir del fondo

Buena parte del fondo antiguo de 20.000 volúmenes (los 12.000 más valiosos fueron los que salieron a Valladolid) se reunió en el instituto López de Mendoza tras la desamortización de Mendizábal. El tesoro bibliográfico fue después cutodiado en el Arco de Santa María cuando era Museo Provincial y posteriormente en el Consulado del Mar. En 1970 se traslada definitivamente al edificio de la plaza San Juan.

Pero las obras en la Biblioteca volvieron a perturbar su descanso. Los incunables, manuscritos y demás joyas bibliográficas se depositaron en 2004 en la delegación territorial de la Junta, aunque dos años después las obras en este edificio hicieron temer por su conservación. En ese momento la Junta, que gestiona la biblioteca pública del Estado, decidió trasladar el fondo a Valladolid. «La otra opción -explica la directora, Carmen Monje- era dejarlo en la caja fuerte de un banco. Por lo menos en Valladolid lo podían consultar los investigadores».

Su custodia en la Biblioteca Regional ha permitido además dibitalizar parte de ese fondo. Más de medio millar de documentos están disponibles en la Biblioteca Digital de Castilla y León para su consulta desde internet (http://bibliotecadigital.jcyl.es).

La remodelada Biblioteca Pública se inaugurará el próximo 9 de octubre, coincidiendo con la celebración del Congreso Nacional de Bibliotecas.