Sin pelos en la lengua, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, compareció ayer en el Congreso para informar sobre el caso Pujol y lanzar una dura crítica al expresidente de la Generalitat porque, según afirmó, estamos ante uno de las «mas graves casos de fraude fiscal» que se han conocido en España. Además, aprovechó la ocasión para cargar contra el desafío independentista al denunciar cómo algunos «pretenden lanzar pulsos al Estado y al mismo tiempo se están lucrando y sacando partido personal del mismo». Incluso, en clara alusión a Artur Mas, se preguntó si los «herederos políticos» de Pujol «no estarán contaminados por esa presunta herencia».

A juicio de Montoro, la gravedad del caso es tal que no se puede descartar «que se haya producido uno o varios delitos», por lo que se comprometió a dar una «respuesta sólida, contundente y sin margen para la duda» ante un comportamiento «deleznable y vergonzante». En este sentido, aseguró que se va a «llegar hasta el final en todos los frentes para que nadie ni nada quede impune, sin importar quién sea». «Si alguien como el señor Pujol creía que pidiendo perdón públicamente hacía borrón y cuenta nueva se equivocaba de pleno», señaló.

El responsable de Hacienda justificó su comparecencia en la «alarma social» suscitada y en el hecho de que el propio Pujol, como también Luis Bárcenas en su día, ha hecho pública su situación tributaria lo que, argumentó, implica una renuncia a la confidencialidad que marca la Ley General Tributaria . De esta forma, Montoro aseguró que los políticos y los gobernantes deben tener un comportamiento «ejemplar».

Así, señaló que el comunicado emitido por el exmandatario catalán no demuestra arrepentimiento alguno ni «voluntad» de reparar el daño. «Lo más asombroso es que Pujol confiesa el fraude, pero no asume su responsabilidad». «Hablamos de millones de euros ocultados al fisco; eso no es una anécdota ni un error», afirmó Montoro, antes de criticar que si estuviera dispuesto a enmendarse «habría hecho una confesión en toda regla ante la Agencia Tributaria o ante la Justicia» en lugar de emitir un comunicado.

A juicio del popular , el expresidente regional mantuvo «30 años de clandestinidad fiscal y ocultó deliberadamente un patrimonio millonario» que ha confesado no por un «acto de conciencia repentino», sino como una reacción a las investigaciones de la Agencia Tributaria y de las Fuerzas de Seguridad que le tenían «acorralado» y estaban haciendo «saltar por los aires» lo que tenía oculto.

RADICALIZACIÓN. Montoro no desperdició su comparecencia para establecer un paralelismo entre el caso Pujol y el desafío soberanista planteado desde Cataluña. Así, a su juicio, el expresidente es «un dirigente político histórico y un baluarte» del nacionalismo catalán que, «a la par que la Agencia Tributaria investigaba su fortuna familiar», se ha reconvertido de forma sorprendente en un «adalid del independentismo».

Es significativo, aseguró, que este «escenario fiscal» tenga que ver con la «radicalización de los discursos políticos y con la reclamación de instituciones propias». Así, criticó a los que «pretenden lanzar pulsos al Estado y al mismo tiempo se están lucrando y sacando partido personal del mismo».

Pero Montoro fue incluso más allá y, en clara alusión a Artur Mas, aseguró que es «lógico» que los catalanes «se pregunten si esa forma de querer y entender Cataluña está avalada por otros dirigentes» y si los «herederos políticos» de Pujol no estarán “contaminados” por esa «presunta herencia» que el que fuera Molt Honorable «puso a buen recaudo en Andorra».

SIN AMNISTÍA FISCAL. En su comparecencia, el ministro desveló que Jordi Pujol no se acogió a la llamada amnistía fiscal decretada por el Gobierno entre junio y noviembre de 2012. Sin embargo sí admitió que, desde el año 2000, en su anterior etapa al frente del Ministerio, se investiga la fortuna de la familia Pujol. Ya entonces, indicó, se abrió expediente a algunos de sus hijos por su participación en diversas sociedades. Asimismo, admitió que la Agencia Tributaria busca el dinero de la familia no solo en Andorra, sino en otros países.