Cinco de las 13 muertes de 2015 han sido en accidentes en la AP-1

I. Elices / Burgos
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El corredor Aranda-Miranda. En la A-1 hay que lamentar otra víctima mortal, a la que hay que sumar dos fallecidos más en la N-I.

En innumerables ocasiones la Dirección General de Tráfico (DGT) subraya la importancia de controlar más las carreteras no convencionales, en las que, pese a soportar menos afluencia de vehículos, se producen un gran número de accidentes graves. El último ejemplo ha sido el de hacer pública la ubicación de los radares que vigilan el exceso de velocidad exclusivamente en vías secundarias. Pero lo cierto es que en Burgos la estadística sobre siniestralidad vial no deja lugar a las dudas. Las vías más peligrosas son las autovías y la autopista, y después las nacionales con más circulación.

Los datos son diáfanos. En lo que va de año hay que lamentar 13 muertos en las carreteras burgalesas (a los que hay que sumar un decimocuarto, el hermano de la mujer marroquí que falleció en Ameyugo en un accidente registrado el sábado 18 de julio y que no figura en la estadística oficial por haber muerto pasadas 24 horas del accidente). Pues bien, 5 de ellos perdieron la vida (más un sexto, el mencionado) en la AP-1, en 3 siniestros. El primero fue en mayo, en Quintanapalla y fallecieron tres albañiles portugueses que descendían desde París al país luso. En junio murió un autoestopista en la salida de vía en Monasterio de Rodilla de un trailer que era conducido por un conductor que dio positivo en la prueba de alcoholemia. Y la última víctima en la autopista es la mujer magrebí que viajaba con su hija pequeña -resultó ilesa- y su hermano -que falleció después- en un coche que volcó cerca de Miranda.

Corredor Aranda-Miranda

En la A-1, en el mes de abril, se produjo un accidente en el que pereció el conductor de un coche que se salió de la autovía en Cogollos. Un dato que demuestra la peligrosidad del corredor viario entre Aranda y Miranda (A-1, AP-1 y N-I) es que a esos 6 muertos hay que sumar otros dos que perdieron la vida en la carretera que une Burgos capital con Ameyugo. En enero moría un aficionado de la Real Sociedad en una colisión frontal en Miranda. Y en abril un jubilado vasco fallecía al chocar contra un camión en Cameno.

Otra vía de alta capacidad que se suma al elenco de carreteras con fallecidos durante este ejercicio es la A-62. En abril murió un hombre que tenía el carné retirado por sentencia judicial al chocar contra un camión en Villaldemiro.

En la N-627 perecieron en enero dos hombres marroquíes que chocaron contra un camión en la N-627 a la altura de Quintana del Pino. En la N-623 murió un joven ciclista al arrollarle una furgoneta en febrero. Y el único siniestro mortal en carretera secundaria ‘per se’ fue en enero, cuando un vecino de Torres de Medina fue atropellado por un todoterreno. Hay que decir que a estas alturas de año, en 2014 solo había que lamentar 7 víctimas mortales.

  A mitad de ejercicio y una vez finalizada el domingo la campaña especial de control de velocidad en las carreteras de la provincia -en la que los radares han funcionado a pleno rendimiento- es buen momento para analizar las causas que explican los accidentes más graves, aquellos en los que hay que lamentar víctimas mortales. Empezando por la velocidad, la DGT establece que solo 1 de los 10 accidentes con fallecidos se produjo por culpa de que uno de los vehículos implicados circulaba demasiado deprisa.

Las distracciones o la somnolencia explican otros cuatro siniestros que terminaron con muertos. La climatología estuvo detrás de un sexto accidente y el exceso de alcohol, en un séptimo caso. El Subsector de Tráfico de la Guardia Civil detuvo en junio al conductor de un camión que recogió a un autoestopista y dio positivo después de volcar en Monasterio de Rodilla. Su acompañante murió en el acto. Los otros tres siniestros mortales -hasta llegar a 10- obedecieron a «otras causas» que la DGT no detalla más.