Ha costado unas cuantas semanas pero la bajada de los carburante empieza a extenderse de forma generalizada por las estaciones de servicio de la provincia de Burgos. Llenar el depósito vuelve a estar en el entorno de los 50 euros, una cifra impensable hace meses, y ya son varias las estaciones de servicio que ofrecen el gasóleo A (el más habitual) por debajo de la barrera psicológica del euro por litro.

Este viernes eran 17 las gasolineras de la provincia de Burgos con venta al público las que ofrecían este tipo de combustible dentro de la decena del 0,9, y curiosamente solo una de ellas está situada en la capital burgalesa. Se trata del surtidor de Asebutra, que tiene otro en Aranda, pero la Asociación Burgalesa de Transportistas no venden de forma libre al público en general sino solo a los profesionales de su colectivo. Así que teniendo en cuenta esta particularidad puede afirmarse que hay 15 gasolineras vendiendo por debajo del euro y ninguna de ellas está en la ciudad.

Los datos aquí recogidos se obtuvieron el viernes en el Geoportal de Hidrocarburos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo y corresponden a los precios que las propias gasolineras declararon al Ministerio a lo largo de la semana.

Tras los mencionados surtidores de Asebutra se sitúan dos estaciones de servicio de Villarcayo y una de Miranda de Ebro, que durante los años de vigencia del céntimo sanitario tuvieron que acostumbrarse a competir en precios con los vecinos del País Vasco, donde los carburantes no pagaban tantos impuestos. En el listado que completan los que están por debajo de un euro encontramos puntos de venta de Aranda (2), Cernégula, Arcos de la Llana, Briviesca (2), Lerma (2), Cilleruelo, Vallejo, Villalmanzo y Oña.

Ante las críticas recibidas porque la caída en el precio del petróleo no se corresponden proporcionalmente con lo que el consumidor acaba pagando, los profesionales del sector siempre se han defendido alegando que en el coste de la gasolina (o en este caso del gasóleo) influyen decisivamente los factores dependientes de los impuestos que impiden una traslación inmediata de los precios, además de la demora en los ajustes derivada de que las grandes corporaciones compran a medio o largo plazo.

Ahora, a la vista de las diferencias de precio entre gasolineras de la misma provincia, apuntan a que no todos los combustibles son iguales. Juan Carlos García, presidente de la Fundación Aida que gestiona dos estaciones de servicio en Burgos capital, subraya que «por una parte está el combustible y por otro los aditivos» que cada gasolinera aporta a su producto y que «pueden suponer 4 o 5 céntimos por litro» de coste directo.

«Esto es como beber un vino peleón o un buen Ribera de Duero. Ambos cumplen los estándares del mercado, están homologados para su venta en España, pero no es lo mismo. Y en el vino hay mucha más diferencia de precio que en los combustibles», continúa García. 

El presidente de Aida niega que todas sirvan lo mismo «porque aunque se lo compremos a CLH (la Compañía Logística de Hidrocarburos) cada uno añade aditivos genéricos o de cada marca», y añade que otras estaciones de servicio que trabajan en la provincia «pueden comprar incluso en el puerto, directamente del carburante que sobre todo viene de Rusia, que sí que cumple la normativa pero que provoca un mayor consumo en el vehículo y más emisiones», insiste. 

Rodrigo Huidobro, gerente de Beroil, advierte además que «hay que tener en cuenta el valor añadido de que haya o no personal sirviendo el carburante», algo que según sus cálculos lo encarece en 5 céntimos por litro, «y que las gasolineras pertenecientes a grupos, que no son de ‘marca blanca’, tienen descuentos añadidos mediante tarjetas de fidelización» que acaban compensando los precios aparentemente más altos.

A partir de ahí, la ley de la oferta y la demanda es la que coloca a cada uno en su sitio.