«Es un privilegio pasar el verano en Puentedey»

A. Castellanos
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La pequeña localidad de la Merindad de Valdeporres atesora, como sucede en la mayoría de las los pueblos de las Merindades, calma y tranquilidad que relajan el espíritu, pero sobre todo, la calidad humana de sus gentes que lo convierten en un espacio

Descendientes y veraneantes, entre ellos los hermanos De las Heras, en el centro de la Asociación Cultural y Deportiva Puentedey. - Foto: Luis López Araico

Es un privilegio pasar aquí el verano». Quien pronuncia estas palabras es Antonino Saiz, quien como la gran mayoría de sus paisanos abandonó su pueblo para trabajar en Vizcaya, en su caso durante 51 años, pero que ya jubilado regresa cada primavera y cada verano a Puentedey. «Aquí soy feliz por muchas razonas, porque he nacido aquí y porque si hay un sitio donde nos queremos los vecinos es aquí», añade el que ha ganado hasta en cuatro ocasiones el certamen provincial de campaneros gracias a lo que aprendió en Puentedey hasta los 13 años en que se fue.

Sus palabras pueden sonar exageradas, pero la realidad es que todas las personas con las que DB habló en Puentedey repetían lo mismo, el buen clima de colaboración y la armonía que se vive en este pequeño pueblecito, donde apenas medio centenar de personas pasan todo el año, pero que se multiplica hasta cerca del medio millar cada verano.

En invierno se ocupan 25 casas, pero en verano las 125 que tiene abren sus puertas y se llenan de descendientes del pueblo que emigraron en los años sesenta para trabajar en el País Vasco y de muchos veraneantes que han llegado a la localidad atraídos por sus cualidades y que no tienen raíces allí.

Quienes mejor pueden hablar de ello son Javier e Iñaki de las Heras, quienes veranean en Puentedey nada menos que desde 1958. La recomendación del médico a su madre de que buscara refugio en un clima seco para sus dolencias y los halagos a la localidad de una conocida que vivió del estraperlo por  Las Merindades llevaron a la familia De las Heras a este rincón de la Merindad de Valdeporres cuando Javier tenía solo 5 años e Iñaki, uno. Ambos recuerdan cómo durante los primeros años el trayecto duraba dos horas y media y entre Ciguenza y Puentedey la carretera aún no estaba asfaltada. A pesar de ello pasaron por distintas casas de alquiler hasta levantar la suya propia. Entonces en Puentedey había cuatro bares, panadería, pescadería, carnicería y estanco. Ahora, solo hay dos bares y vendedores ambulantes traen su género fresco.

«Me encontré como uno más desde el principio, tenía amigos a montones. Robábamos peras, manzanas...». Javier de las Heras, ahora un reconocido pintor vasco, recuerda su niñez en el pueblo y puntualiza que su madre sigue respirando aire puro en Puentedey con 90 años. Y él sigue conservando montones de amigos en la Asociación Cultural y Deportiva Puentedey, uno de los motores principales de la localidad.

Su centro cultural, levantado hace un par de años, junto con los bares de Victorino y La Montañesa, son los lugares habituales de reunión en Puentedey. En el local de la asociación, donde se reúnen a comer por docenas, hay incluso instrumentos musicales a disposición de quien desee ensayar.

Para enseñarles está Carlos Santos Gómez, músico profesional jubilado con raíces en el pueblo, que se ocupa del apartado musical. En la asociación cultural y deportiva Puentedey siempre hay trabajo con el que colaborar. «Mandamos un correo para hacer algo y rápidamente responden los socios y si hay comida por medio, mejor», asegura su presidente desde hace 34 años, Miguel Ángel Alonso. Y así pasan los días entre la ribera del Nela y sus aguas cristalinas, las comidas que si son muy numerosas se trasladan a la bolera, las reuniones de amigos, la tranquilidad y las numerosas propuestas culturales y festivas de Puentedey.

Niños libres

Hasta los más jóvenes aprecian la tranquilidad. Sergio Alejo y Juanra Gómez pertenecen a la cuadrilla de los futboleros, porque están detrás del equipo local que juega en el Trofeo Diputación desde hace veinte años. En agosto empezarán ya con los amistosos. Pero mientras tanto destacan la tranquilidad de Puentedey. Gómez aprecia que «aquí no tienes lo mismo que en Bilbao, porque los niños juegan en cualquier sitio, duermes perfecto sin ruidos...».

Muchos en Puentedey aseguran que pasar el verano en el pueblo alarga la vida y es el secreto de la longevidad. Sin duda observar las peñas del Ladrero y las vistas panorámicas que se observan desde cualquier lugar de Puentedey son un bálsamo para el espíritu. Dos de estos privilegiados y longevos veraneantes son Manuel Fernández, de 90 años, y Rosa Fernández, de 86, ambos de origen gallego. Llevan 40 años veraneando en la localidad y desde su casa, en una de las zonas más altas, otean el horizonte. Una vecina de Basauri (Vizcaya) les recomendó Puentedey para mejorar su salud y aseguran no tener palabras para describir lo contentos que están en el pueblo y lo bien que les tratan.

En Puentedey, si abres las ventanas de noche, se escucha cómo corre río abajo el agua del Nela, uno de esos placeres que no se pagan con dinero.