El emotivo adiós al rey de la rumba catalana, que falleció el pasado miércoles debido a un cáncer de pulmón, comenzó ayer con la puntual llegada del féretro, a las 10 horas al Ayuntamiento de Barcelona, que acogió la capilla ardiente hasta las 21,30. Allí sus familiares más allegados, como su mujer, Santa; su abuela, la matriarca, su hija Rosita y su nieto Dani velaron al artista.

 A los pies de sus restos mortales, dos guitarras: una con la que actuaba en todos los directos y que levantó «el imperio Peret, una Ramírez del 76», explicó Toni García, su amigo y representante legal, y una corona de flores con la forma del instrumento.

 El Saló de Cent, que acogía el ataúd, recibió desde primera hora un goteo de ciudadanos, amigos, artistas y familiares que querían darle el último adiós. Unas 5.000 personas visitaron la capilla ardiente con el féretro.

El último deseo.

Peret será enterrado hoy en el cementerio de Mataró (Barcelona) su localidad natal junto a su abuelo, en una ceremonia privada por la mañana, explicó ayer su amigo Toni García a los medios. Como era deseo del artista, sus familiares cantarán en el entierro los temas Porque yo me iré y El muerto vivo, dijo García durante la capilla ardiente, y describió a Peret con la única palabra, «alegría», ya que era lo que transmitía a todo el mundo que le conocía y le admiraba.

También remarcó que «su legado es inmenso, vendió millones de discos y hubo una época en la que todas las discotecas de España cerraban con sus temas», por lo que consideró que la rumba queda huérfana de su inventor por mucho que se haya dicho.

Por último, Peret dejó en proyecto un disco en catalán con 10 canciones ya grabadas, que su representante y su nieto anunciaron que «haremos todo lo posible por que salga», felices de anunciar que todos sus deseos se van a cumplir, tarde o temprano, con su ayuda.