La inocencia al poder

R. Pérez Barredo / Burgos
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Diego González Torres se convierte en obispo por un día y reclama solidaridad con los más débiles -parados, emigrantes y personas que se quedan sin hogar- así como una mejora en las instalaciones deportivas que haga más confortable practicar deporte

Herodes hubiese salido zumbando de haberse topado conDiego en su camino: a lomos de un albo corcel, el obispillo blandió su blanca inocencia para gobernar con ella por un día. Era el cometa esperado, el ángel puro que señalaba con cándida luz el camino de la verdad. Tan candoroso se mostró el muchacho, que en su reunión con el alcalde le pidió a la vez lo posible y lo imposible, sin censurarle entre medias esos asuntillos oscuros que de un tiempo a esta parte llenan los papeles y tienen al primer edil de la ciudad y a uno de sus concejales en la diana. Aunque quedó absuelto el regidor por el prelado infante, sí recibió, diáfana, la más factible de las rogativas: que haga lo posible por renovar los polideportivos y mantenerlos calientes, que quienes realizan deportes minoritarios como el balonmano -que es su caso- se quedan helados cuando el invierno aprieta. Javier Lacalle se comprometió a estudiarlo: sin duda que se trata de un asunto espinoso y delicado que exigirá no pocas reuniones, diálogo con la oposición y quién sabe si hasta una comisión de investigación.

La mañana en la que Diego González Torres, de nueve años, fue obispo por un día, comenzó con las puertas abiertas de esa preciosidad siempre envuelta en misterio que es la iglesia de las Salesas. El pequeño confesaba estar nervioso después de verse ataviado con los ornamentos propios del pastor eclesiástico; parecía removerse incómodo: ora daba vueltas al anillo pastoral, ora se atusaba con mucho cuidado el solideo de la coronilla. Tras las ceremonia en la que quedó investido obispillo y báculo en mano se acercó a saludar al veterano homónimo de Diego, monseñor Fidel Herráez, con quien departió durante un rato. Ambos actos tuvieron, como siempre, una banda sonora de excepción: la de la Escolanía de los Pueri Cantores y los motetes y villancicos de su rico repertorio, que también interpretaron

Estaba elEspolón con el trajín cotidiano de estas fechas, la gente yendo y viniendo con sus quehaceres varios, acaso ajenos a la rescatada tradición que hunde sus raíces en el siglo XV, cuando sobre su lustrosa montura hizo su aparición el obispillo en el paseo delEspolón. Entonces sí, la gente se apercibió de su presencia y flanqueó su camino entre vítores, aplausos y flashes. Durante unos minutos, el obispillo y su séquito alborotaron elEspolón.

Luego del tradicional recorrido, el joven mitrado fue recibido en la Casa Consistorial, donde se dirigió al alcalde, al que felicitó por tener «una ciudad cada vez más bonita y conocida» y con el deseo de que contribuya a hacerla «solidaria con las personas que más lo necesitan, sobre todo ahora con todos los problemas que existen de trabajo, emigración y personas que se quedan sin hogar. Confiamos en usted», apuntó.

Javier Lacalle agradeció las palabras y prometió tomar nota de las recomendaciones. Tras ofrecer una canción en el salón de plenos, el obispillo salió con su cohorte al balcón, donde aguardaba una muchedumbre a la que dirigió sencillas y verdaderas palabras: sin la mirada inocente de un niño no puede mirarse el mundo. Paz y felicidad para todos. Amén, Diego.