El origen de un mercado virtual íntegro

Laura Romero / Burgos
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FairchangesPlataforma virtual de comercio justo

Cristina Palacios asegura que el éxito y el reconocimiento de Fairchanges ha sido posible gracias, en gran parte, a los premios obtenidos. - Foto: Christian Castrillo

Cristina Palacios, una joven muy concienciada con el medio ambiente y el consumo sostenible, fundó en diciembre del año pasado una plataforma online con la misión de facilitar el comercio a pequeños productores.

Cada vez que gastamos el dinero, estamos emitiendo un voto por el mundo que queremos. Cristina Palacios, a través de esta cita de Anna Lappé, define la labor de Fairchanges, una plataforma virtual que pretende sanear la salud, el dinero y el amor.

Salud, porque el empleo de transgénicos provoca efectos secundarios y se extiende y empeora la situación a ritmo vertiginoso. Dinero, porque el paro, especialmente entre los jóvenes, alcanza cifras alarmantes. Y amor, desde el punto de vista de la ética, puesto ahora existen esclavos obligados a trabajar en horarios indignos, además de casos de explotación infantil. Tres grandes problemas a los que ella quiere poner solución. «No creemos que la ley vaya a cambiar, pero en vez de quedarnos de brazos cruzados utilizamos nuestro poder», sentencia.

Esta joven emprendedora ha dado una lección de moralidad a Burgos, a España y a todo el mundo. Con el nacimiento de su proyecto soñado, Fairchanges, ha logrado instaurar un concepto de compra por internet muy particular y casi exclusivo. A la plataforma se asocian comerciantes o productores que desean tener una tienda virtual para vender sus productos. Ahora bien, cada uno de ellos tiene que cumplir tres requisitos: la producción deberá ser medioambientalmente responsable, sin intermediarios y sin esclavitud ni trabajo infantil. El objetivo: favorecer el consumo sostenible local, pero a nivel global. Tiendas de todo el mundo pueden asociarse y hacerse visibles, y la exclusividad de esta iniciativa reside en que todos cumplen las condiciones y pueden utilizar la geolocalización. Los usuarios introducen el tipo de producto que quieren y a través de ella, indican el código postal. Así, Fairchanges les facilita los comercios que se encuentran cerca de esa dirección. El productor establece un punto de recogida y de ese modo se ahorran gastos de envío y de transporte y se favorece el consumo local aquí y en el resto del planeta.

La integridad del proyecto no sólo reside ahí. También en la desintermediación, un punto clave. «Nosotros somos el suelo del mercado virtual», declara Cristina. La plataforma actúa como base y facilita el comercio a pequeños productores de la siguiente manera: cuando un consumidor adquiere determinados artículos, el pago se carga directamente al vendedor y Fairchanges se lleva un porcentaje de las ventas. Así, el comerciante envía el pedido al comprador de forma directa, sencilla y sin intermediarios.

Por si fuera poca iniciativa social, parte de los ingresos obtenidos de la comisión se destinan a colaborar con asociaciones burgalesas y aportar un granito de arena en cada uno de los proyectos que surjan, siempre por el bien común. Han apoyado ya, entre otras, a la Asociación Autismo de Burgos mediante la creación de láminas con frases inspiradoras y mensajes motivadores. El objetivo último es difundir una imagen positiva de estos colectivos. Todo un ejemplo a seguir.

Lleva 10 meses en marcha pero avanza a buen ritmo. En diciembre, 200 personas lo utilizaban y había una veintena de comercios asociados a la página. Hoy, 2.000 usuarios consumen productos de más de 140 tiendas que se han unido. En España se encuentran el 80% de ellas, de las cuales cerca de 6 pertenecen a Burgos. También hay vendedores de Australia, Colombia y otros lugares, pero aún no son representativos y el objetivo de Cristina Palacios es impulsar la visibilidad internacional. Aunque está orgullosa del camino emprendido, tiene mucho trabajo por delante. Defiende Cataluña y País Vasco como los más concienciados y asegura que en Burgos «queda mucho por hacer», pues aún no hay una sensibilización suficiente. Ella atribuye esta situación a la crisis, que provoca una doble moral un tanto contradictoria: por un lado, la gente consume productos más baratos, ya que los artículos respetuosos con el medio ambiente son más caros. Y por otro lado, la difícil situación económica hace que la población esté más concienciada con estas situaciones. Lo ideal: un equilibrio entre ambas posiciones. «Deberíamos apoyar más nuestro entorno y nuestra industria local», anima esta joven burgalesa.

En tan sólo unos meses ha conseguido hacerse un hueco en el mercado, ha demostrado al mundo que funciona y que se puede intentar cambiar el planeta con los medios disponibles y desde iniciativas locales. A grandes problemas, soluciones íntegras.