Cocinas del mundo, desde Burgos

DB / Burgos
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Pablo Hesse, cooperante sobre el terreno con AMYCOS y acompañante de voluntarios que van a hacer el viaje desde Burgos, cuenta cómo se puede colaborar con otros países desde nuestra ciudad

El primer viaje como cooperante de Pablo Hesse (1978) fue en 2005, pero el trayecto había comenzado mucho antes. Si se le pregunta por el origen de este compromiso, debe remontarse a las primeras visitas a su colegio de personas que desarrollaban una misión solidaria en África o en América. Y es en ese aspecto, la sensibilización y el acompañamiento a voluntarios, en el que colabora con AMYCOS. «La realidad te quita la venda; cuanto más te miras el ombligo, más grande te lo ves», afirma. 
Todo proyecto de cooperación al desarrollo que quiera trabajar con voluntarios necesita darles la formación adecuada antes de viajar, pero en el caso de AMYCOS también valoran el acompañamiento posterior. Por ejemplo, «fomentando que los voluntarios se asocien entre ellos y participen. Un viaje de cooperación tiene al principio una parte de descubrimiento, luego eso lleva al encuentro que te interpela, y a veces te hace preguntas incómodas». 
Cuando los cooperantes regresan a Burgos, aparece «la última fase, que es la apuesta: ¿y ahora qué hago?». Cada vez hay más personas que conocen otras realidades, pero queda trabajo. «Muchos niños, incluso de 12 años, piensan que todo el mundo vive como nosotros. Hay que insistir mucho en que somos el 20% privilegiado», destaca Pablo Hesse.
Durante sus casi 20 años de colaboración con el tercer sector, Hesse también ha detectado cambios; por ejemplo, en las relaciones internacionales: «Ahora hay muy buenos técnicos en esos países, que no dependen de nosotros. Hay más colaboración Sur-Sur, se van cambiando los modelos». Este cambio, que es positivo, se ha visto acompañado por otros, muy relacionados con la situación de crisis económica. «Los informes del sector nos dicen que el apoyo de las administraciones públicas es catastrófico; se destinan 8 céntimos de cada 100 euros del presupuesto», y lamenta que esa cifra esté «muy lejos de ese 0,7%»; casi 10 veces menos. En su opinión, la solución podría ser «proporcionar los recortes, y saber que España no es una isla».
Sin embargo, no todo es negativo: «La crisis también ha sensibilizado, por ejemplo a los jóvenes que han emigrado. Nos damos cuenta de que los derechos tienen que ser globales». En nuestra ciudad sería importante «incorporar al debate político la lucha contra la pobreza. Exigir más a los partidos». 
Afortunadamente, «la base social de las ONGD no ha disminuido, pero aunque haya mucha gente, no se visibiliza. Hace falta más incidencia en los medios».