Los Pueri Cantores eligen a Diego González Torres como Obispillo

I.L.H. / Burgos
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Tiene 9 años, estudia en el Fernando de Rojas y entre sus principales preocupaciones están la contaminación del mundo, las guerras y el hambre. El día 28 repartirá bendiciones a caballo

Lo de colocarse la mitra y portar el báculo a Diego González le resulta familiar. Su hermano Juanjo fue nombrado Obispillo en 2011 y, aunque entonces apenas tenía 5 años, recuerda lo que significó en casa, los nervios de la elección y el recorrido a lomos de un caballo blanco. Ayer revivió ya la primera parte en primera persona. Sus compañeros de los Pueri Cantores decidieron con sus votos que de entre los niños que han hecho este año la Comunión en la agrupación coral fuera él el que se encargue de repartir bendiciones.
El próximo 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, será Diego González quien se suba en el caballo blanco, quien vista la mitra y lleve el báculo, a quien reciba el arzobispo y el alcalde y al que le tocará hacer las peticiones a la ciudad. De momento no ha pensado cuál será su discurso, pero tiene claro las que son sus principales preocupaciones: «Que no haya tanta contaminación en el mundo, que se acaben las guerras y que termine la pobreza».
Con esa idea en la cabeza recorrerá las calles del centro desde la iglesia de las Salesas, donde le vestirán de Obispillo y tres nuevos compañeros que se van a unir a la Escolanía de la Catedral recibirán sus túnicas y cruces de madera. Desde allí era a ver al nuevo arzobispo acompañado de su vicario, la mano derecha del Obispillo que también es su compañero de coro y de clase. Óscar Lozano Arnaiz tiene también 9 años y estudia en el Fernando de Rojas. 
Completarán su séquito tres chavales más: Daniel Alonso Carretero, de 10 años, estudiante del Niño Jesús y aficionado al baloncesto y los acuarios; Hugo de Diego Martínez, de 8 años, estudiante del Blanca de Castilla y guitarrista en sus ratos libres, y David Vicario Herce, también de 8 años y del Blanca de Castilla, al que le entusiasma la Educación Física y cantar con sus amigos en la Escolanía.
Juntos cantaron junto al resto  de sus compañeros (en la actualidad son 18 y en unos días se sumarán tres más) el Ave María del maestro de capilla Ángel Bravo, pieza con la que comenzó el acto, y el villancico Gloria a Dios en las alturas, de J. D. de Santa Teresa, con el que terminaron. Ambas piezas fueron dirigidas por Amador Pérez, aunque tuvo que hacerlo con el brazo escayolado por una operación. La batuta del coro recordó la intensidad del año que ahora termina, con un viaje a Roma en abril para actuar en la basílica de San Pedro.
Entre las piezas musicales nombraron padrino 2015 al organista de la Catedral Guillermo Díez, «como homenaje por acompañar a la Escolanía domingo a domingo en la Catedral». El organista agradeció el título recordando a los chavales lo que significa la música: «Gracias por compartir algo tan etéreo (que a veces es estéreo) e inmaterial, que no genera conflicto, sino que une a los pueblos de distintas lenguas y diferentes culturas. En una cosa nos hemos puesto de acuerdo y la música la escribimos todos igual. La música nos une a los ángeles y nos eleva a lo más alto». 
La Escolanía de la Catedral de Burgos cumplirá el año que viene dos décadas en activo, igual que la tradición del Obispillo que fue retomada por esta institución en 1996, aunque su origen se remonta al siglo XV.