Destrozan una nave de Pentasa antes de ser desalojados por impago

I. Elices / Burgos
-

Los inquilinos -ciudadanos rumanos con una empresa de construcción- robaron una caldera, la instalación de aire acondicionado, mesas, sillas y efectos de metal para chatarra

Peyman Sepanta, a la puerta de su nave situada en Pentasa III, en el polígono de Gamonal. - Foto: Ángel Ayala

Peyman Sepanta es un hombre de negocios iraní -es dueño de un hotel en Bandar Abbás (Golfo Pérsico)- que llegó a Barajas por primera vez en 1998, atraído por un pariente suyo que había contraído matrimonio con una española. Venía con intención de invertir en el país y montar alguna empresa. A los pocos años recaló en Burgos capital, donde abrió un restaurante y una tienda de delicatessem, ambas con el mismo nombre, Gloria Victoria, situadas en Calzadas. Asimismo, compró una nave en Pentasa III para poner en marcha una compañía de exportación e importación de alimentos, frutos secos (pistachos, dátiles, etc). Forogh Bandar funcionó varios años, hasta que en 2009, por cuestiones familiares, Peyman regresó a su país.

Cinco años más tarde se arrepiente de aquella adquisición. Pagó por el local 170.000 euros, lo acondicionó con todo detalle y, ahora, cuando pretende venderlo, no puede pedir más de 100.000 o 110.000 euros. Un hombre dedicado al comercio como él está familiarizado con las fluctuaciones del mercado inmobiliario, así que asume con deportividad la pérdida patrimonial. Y la desgracia no es esa, sino el estado en que se encuentra su propiedad en estos momentos.

Los inquilinos -unos ciudadanos rumanos propietarios de la empresa Coleo Construcciones- son presuntamente los responsables de unos destrozos -con robo de metales y mobiliario incluido-  que ascienden a 40.000 euros, según los cálculos del propietario. Los compartimentos que dividían la nave no existen; muchas ventanas están rotas o han desaparecido; se han llevado la verja metálica de seguridad y han arrancado los falsos techos para desmantelar la instalación del aire acondicionado; tampoco está la caldera de gasóleo que calentaba la lonja ni un puente grúa para mover objetos, ni las mesas y sillas de despacho. Y han destrozado todas las paredes que podían ocultar tubos con cable de cobre, como ocurre en los baños, que están irreconocibles, llenos de escombros.

Alquiló la nave a los empresarios del país del Este en 2009 y los primeros 12 meses sí pagaron religiosamente la renta, porque les exigió aval bancario. Pero desde 2010 no le abonaron una sola mensualidad. Viajó a Burgos varias veces para contratar un abogado a fin de reclamarles todas las cantidades adeudadas y exigir el desahucio de los inquilinos.

El proceso judicial concluyó el 27 de marzo de 2014, cuando el juez decretó su desalojo. La semana anterior, según le han relatado algunos de sus vecinos, escucharon golpes y ruidos, por lo que deduce que desmantelaron su nave poco antes de ser obligados a marcharse.

Balance de los daños

El empresario persa llegó a España la semana pasada y fue el miércoles cuando se topó con la desagradable sorpresa. «No me lo podía creer; yo se lo dejé todo ordenado y limpio y me he encontrado con esto», afirma. Ha denunciado los hechos ante el juzgado y los peritos del seguro ya han acudido para hacer el balance de los daños.

Calcula que entre los desperfectos y el material sustraído las pérdidas ascienden a más de 40.000 euros. Tenía pensado montar un negocio de alquiler de coches y venta de vehículos de segunda mano en este local, pero desecha la idea, «porque la inversión para adecentar la nave sería demasiado alta».

No le quedan muchas opciones. Para alquilarla también tendría que realizar el mismo desembolso y no podría pedir las rentas que se pagaban antes de 2009. En el estado actual -limpia, eso sí- la lonja podría alquilarse por unos 150 euros a alguien «que solo la necesite como almacén». Así que su primer plan ahora es ponerla a la venta.

El tiempo que pasó en Burgos estuvo «muy a gusto, muy contento con la gente». Pero esta experiencia -aunque nunca le falta una sonrisa en su cara- le ha provocado una gran pesadumbre. «Hechos como éstos son los que hacen que las inversiones se vayan a otros sitios; porque el tiempo que se tarda en recuperar algo que es tuyo y por lo que no te pagan es muy alto», sentencia.