«He agotado todos los números, en Huerta sigue habiendo mucha fiebre con la lotería»

G.G.U. / Burgos
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Iván Izquierdo, ganador de un suculento premio en la lotería del Niño de 2012

Iván Izquierdo, ganador en el niño de 2012.

Iván Izquierdo | ganador en el Niño de 2012

Ni para Navidad ni para el Niño. El Mesón La Herrería hace tiempo que agotó los números que jugaba, dado que fue el propietario del establecimiento, Iván Izquierdo, quien atrajo a la suerte en el sorteo de Reyes de 2012: repartió 78 millones en 39 series del número 71.208. Una cifra nada casual, porque Izquierdo se confiesa algo supersticioso: «Siempre lo juego acabado en ocho. Y, para Navidad, intento que tenga un cero entre medias». Así que toda Huerta tiene los dedos cruzados con la esperanza de escuchar mañana cómo los niños de San Ildefonso cantan el 90.048 o el 77.918, que jugarán el 6 de enero. «En este pueblo hay mucha fiebre con la lotería, siempre la ha habido, pero desde que tocó, mucho más», explica Izquierdo en conversación telefónica.

Y es que, aunque en Huerta ha tocado tres veces, el premio de 2012 se recuerda con especial cariño por la cantidad y por el momento: dio un respiro a mucha gente joven, parada y con cargas. El propio Izquierdo, sin encajar exactamente en ese perfil, ha dado un giro de 180 grados a la vida de su familia. Nunca ha confesado cuánto le tocó -tampoco lo hace ahora- pero admitió haberse quedado con varios décimos. Eso le permitió, en primer lugar, cumplir el sueño de una siempre gran cantidad de españoles: quitarse la hipoteca. A continuación, decidieron comprar un piso en Aranda de Duero, «porque al ser un sitio próximo, cuando los chicos terminan el colegio aquí suelen acabar en Aranda y pensamos hacerlo un poco en previsión, para cuando sean mayores», explica. Y, por último, invirtieron en el futuro de toda la familia. Cerraron el bar de la suerte, El Frontón, porque «habíamos recibido alguna queja de los vecinos por el ruido» y montaron su propio negocio. «Compramos una casa vieja, la rehabilitamos y montamos el Mesón la Herrería», explica Izquierdo, matizando que el local no solo lo emplea a él y a su pareja, sino que también trabajan dos de sus cuñadas y un cuñado. «Estrictamente familiar», concluye.

Aurelio Arranz, ganador de un segundo premio en la Navidad de 2012.Aurelio Arranz, ganador de un segundo premio en la Navidad de 2012. - Foto: DB Aurelio Arranz | ganador de un segundo premio en la Navidad de 2012

«En vez de gastarnos cuatro, hemos podido gastar ocho»

I.M.L. / Aranda

Aurelio Arranz y toda su familia fueron unos de los agraciados con el segundo premio de la Lotería Nacional del 22 de diciembre de 2012. Al ser socio de la Peña El Chilindrón de Aranda de Duero, repartió entre sus hijos, hermanos y cuñados un buen puñado de décimos del 42.260. A pesar de la lluvia de millones, como tantos otros afortunados en ese sorteo, aprovechó el premio para realizar gastos e inversiones ya previstos. «Muchos han usado el dinero para quitarse hipotecas, otros han dejado una parte para tener reservas para el futuro y nosotros hemos invertido ese golpe de suerte en tranquilidad», comenta, ya que el clima económico general no animaba a hacer grandes derroches.

Eso sí, después de toda una vida trabajando detrás del mostrador, vistiendo los pies de gran parte de Aranda y su comarca, tanto él como su mujer Feli se han jubilado. «Lo hemos hecho cuando nos tocaba, al cumplir los 65 años, lo que nos ha permitido disfrutar del premio», asegura Aurelio. Los planes que habían hecho para ese momento, para los que habían estado ahorrando varios años, se han visto engrandecidos gracias al premio lotero. «Si íbamos a gastarnos 4, nos hemos podido gastar 8», confirma.

Entre el destino del dinero no esperado del Sorteo de Navidad, Aurelio reconoce que él y su mujer se dieron el gusto de irse de viaje con su peña a Nueva York, para participar en el desfile de la Hispanidad que se celebra en la Gran Manzana. A este plan sumaron una visita a Tierra Santa, cumpliendo una peregrinación con la que llevaban años soñando, y gran parte del premio la invirtieron en importantes reformas en dos propiedades inmobiliarias: el edificio en el que viven y en la que se encuentra la zapatería en la que han trabajado siempre juntos, que precisaba un buen aislamiento, y la finca de la que disfrutan con su gran familia, a la que han dotado de alguna comodidad extra para que sea un lugar de asueto agradable para todos.