Hallada en Pradoluengo una película de la inundación de Burgos de 1930

J.J. Martín / Pradoluengo
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Perteneciente a los herederos de Lorenzo Martínez San Román, la cinta ha sido recuperada por Lorenzo Arribas Jorge. Solo se conocían 4 filmes sobre Burgos anteriores a la Guerra Civil

Nadie conocía la existencia de una película sobre las inundaciones de Burgos del 5 de junio de 1930. Asombrosamente, ya que el fenómeno fue profusamente documentado y fotografiado, como corresponde a una catástrofe de aquellas dimensiones.

No en vano, el desbordamiento de los ríos Pico y Vena, que por entonces no estaban encauzados, provocó una enorme arroyada en varias calles del centro, llegando en la Plaza Mayor a los 187 centímetros de altura. Como atestigua la marca que, pintada en color rojo, conservan las columnas del pasadizo existente entre la Casa Consistorial y el Paseo del Espolón. La anegación de locales, causó pérdidas «por valor de miles de duros», como reflejaba la prensa de la época y toda la ciudad se vio superada por la fuerza de la naturaleza.

Tras la muerte de su padre, los hijos del pradoluenguino Lorenzo Martínez San Román, entregaron «un cajón con varios rollos de películas viejas» a Lorenzo Arribas, para recuperarlas digitalmente. Arribas se encontró con una sorpresa tras otra. Fueron apareciendo obras filmadas en Pradoluengo por el propio Martínez, cintas que, mediante un proyecto financiado por la empresa local Prado Segur-Axa, se van a dotar de música, a cargo de Mariano Marín y de guión, por Juanjo Martín. Lo que nunca imaginó Arribas fue hallar una auténtica joya totalmente desconocida. Según Miguel Moreno, profesor de Comunicación Audiovisual de la UBU, anteriores a la Guerra Civil tan sólo se tienen catalogadas 4 películas sobre Burgos capital entre las que, hasta el momento, no figuraba ninguna relativa a las inundaciones de 1930.

Tras más de 85 años desde su filmación, surgen numerosos interrogantes que se están intentando desentrañar: ¿Quién fue el autor o autores de las imágenes? ¿Cómo acabaron en manos del pradoluenguino Lorenzo Martínez? ¿Por qué una película de estas características no se ha conocido hasta ahora? En primer lugar, debemos decir que la cinta no cuenta con ningún tipo de cabecera, título, créditos o elemento que aporte información al respecto. Es probable, que las imágenes se tomasen al día siguiente de la inundación, el 6 de junio, ya que, aunque la altura del agua sigue siendo llamativa -con imágenes como el río Vena totalmente embravecido a su paso por San Lesmes, como un río alpino- algunos paisanos ya aparecen midiendo la marca que dejó el agua en las citadas columnas, lo que sugiere que el nivel ya había descendido.

Otros vecinos se asoman a los balcones de sus casas y observan con asombro los movimientos de las barcas que ‘navegaban’ por la Plaza Mayor o la Casa del Cordón, como si de una auténtica Venecia castellana se tratase.

Amor a la cultura

Que la película acabase en manos de Lorenzo Martínez entra dentro de la lógica. Pertenecía a una familia de músicos pradoluenguinos, fue militar en su juventud y tocaba el clarinete, el saxofón y el acordeón. Su hermano Luis ejerció durante décadas como director de la banda municipal y en la casa familiar, sita en la Plaza Mayor de Pradoluengo, eran habituales las cámaras fotográficas, el coleccionismo y la expresión de distintas ramas de la cultura. Tanto es así que el propio Lorenzo fue el artífice de la película La Boda, rodada en la Villa Textil en 1948. Por tanto, no es extraño que una copia de la película burgalesa llegase a sus manos y, como buen conservador de las ‘cosas de valor’, haya permanecido prácticamente inalterable hasta que sus hijos, Fidel y José Celes, la han dado a conocer generosamente a través de su amigo Lorenzo Arribas.

Lo que parece más extraño es la razón por la cual no se ha conocido hasta ahora. ¿Se realizaron pocas copias de la misma? ¿Pasó desapercibida entre los representantes de la cultura capitalina?

La película sorprende por su calidad. Rodada en soporte de 8 mm., la propia temática ayuda a su espectacularidad, ya que los ‘efectos especiales’ aparecen de forma gratuita en plena calle. Sus tomas parecen haber sido operadas por profesionales, máxime teniendo en cuenta la fecha de filmación en la que eran pocos los dedicados a la cinematografía. Evidentemente, no cuenta con un guión previo, fundamentalmente, se trata de un documental. Sus 10 minutos y 10 segundos, no tienen desperdicio y abarcan detalles jugosos de la cotidianidad burgalesa de la época. Un día a día que, si bien está sobradamente documentado por la fotografía, dará un salto cualitativo con esta filmación, de cuyos pormenores daremos sobrada cuenta.