Aeronova abandona Valencia y se muda a Villafría con los 7 aviones de su flota

Á.M / Burgos
-

Acuerdo cerrado. La empresa, perteneciente al Grupo Suñer, ha alquilado uno de los hangares del aeropuerto burgalés y ha comunicado a su plantilla que en marzo estará implantada

Terminal de Villafría. - Foto: Luis López Araico

Villafría sí que sirve para algo más que para operar vuelos vacacionales subvención mediante, pero había que demostrarlo. Durante meses se han mantenido reuniones y negociaciones a tres bandas para lograr que el aeropuerto burgalés pase por «un punto de inflexión» que le permita comenzar a postularse seriamente como una alternativa industrial y logística del sector, que huye de los grandes complejos por los costes que implica estar radicado en ellos.

Los protagonistas de esas conversaciones han sido el Consorcio para la promoción de Villafría, el director de la terminal, Ángel Otero, como máximo responsable de las instalaciones de Aena, y el Grupo Suñer, un conglomerado empresarial propietario de 50 firmas y con más de 500 empleados cuya facturación consolidada anual ronda los 300 millones de euros, según explican en su propia página web.

Una de las compañías del Grupo es Aeronova, hasta la fecha implantada en el aeropuerto de Valencia. Aeronova está especializada en los servicios de taxi aéreo y muy vinculada al mundo de la logística a pequeña escala.

Actualmente tiene una flota de 7 aeronaves que, a partir de marzo, tendrán su base en Villafría gracias al acuerdo ya cerrado, que incluye el alquiler de uno de los hangares del aeropuerto de Burgos para instalar aquí su base de mantenimiento, lo que implicará hacer lo propio con sus mecánicos y con parte de su tripulación. Y lo harán sin subvención alguna.

Seis de esos aviones están preparados y diseñados para portar hasta dos toneladas de carga o albergar a 18 pasajeros, dependiendo del servicio que se quiera contratar. El último en llegar es un ATR 42-300, un turbohélice con capacidad para 44 pasajeros que es el modelo muy similar al utilizado por compañías como Air Nostrum para operar la ruta con Barcelona.

Internacionalidad

La compañía llevaba un tiempo buscando acercarse al Norte de España porque la mayor parte de su negocio en el sector logístico está vinculado al transporte de mercancías con Europa, por lo que dar con un emplazamiento más cercano reducirá los costes de explotación y los hará más competitivos. La cuestión era que eligieran Villafría, y lo han hecho. Los contratos están firmados y se ha comunicado a la plantilla el cambio de ‘domicilio’.

La dirección del aeropuerto, que ha jugado un papel clave en las negociaciones, ha dispuesto lo necesario para que el hangar contratado cumpla con las necesidades expresadas por la firma y la próxima semana se instalarán las cabinas de control de pasaporte que prologan la proclamación de Villafría como aeropuerto internacional.

«Evidentemente no estábamos empeñados en lograr esta condición para vender un vuelo chárter a Londres; lo hacíamos para garantizar este contrato porque había otros posibles destinos y queríamos asegurar la llegada de Aeronova a Burgos. Creemos que abre un amplio abanico de posibilidades», explica el consejero delegado del Consorcio, Ángel Ibáñez, que confía en tener la proclamación en marzo o, en el peor de los casos, operar los primeros vuelos fuera del espacio Schengen con un permiso especial transitorio.

Entre esas posibilidades hay dos que destacan de manera clara. Una es que Aeronova trabaja mucho con el sector de la automoción, y Burgos es una referencia nacional en cuanto a la implantación de industria auxiliar del automóvil. Hasta la fecha, todas las industrias locales que necesitaban hacer envíos por vía aérea tenían que desplazar la carga a otros aeropuertos del entorno, dado que  traer un avión a Burgos con esa única finalidad no es competitivo.

A partir de marzo tendrán la posibilidad de ‘facturar’ sus envíos desde Burgos, algo que será trasladado en las próximas semanas al empresariado local a través de algún encuentro específico aún por concretar. Lo que sí está avanzado es que la presencia en Burgos del director general de la compañía es inminente y que será entonces cuando se conozca el proyecto en toda su dimensión.

La otra puerta que se abre es la del tráfico de pasajeros. Además del avión de 44 plazas, la empresa puede convertir sus otras seis aeronaves para pasajes más reducidos. Eso implica una minoración de costes añadida a la que en realidad sí es sustantiva: al tener los aviones en Burgos será más barato programar cualquier operativa, ya que no habrá que asumir vuelos ‘de vacío’ ni caros posicionamientos. Y sí, esa es una valiosa carta con la que tanto el Consorcio como los operadores turísticos podrán jugar.

Un principio optimista

Ángel Ibáñez confía en que el aterrizaje de la compañía y su apuesta por Burgos sea el comienzo de una política de «promoción de una infraestructura en la que creemos por sus posibilidades para generar riqueza», y asume que «no se puede vivir únicamente de las subvenciones» en lo que es una clara alusión a las políticas que se han mantenido en otros aeropuertos de la región.

En ese sentido, confía en que Aena de pronto luz verde a la cesión de 400.000 metros cuadrados afectados por el aeropuerto y que actualmente no son más que un campo de cardos. La finalidad sería la de destinar la mitad del terreno a la implantación de más industria auxiliar del sector aéreo (pintura, mantenimiento, taller...) y ampliar con el resto la zona logística de la aduana, que va ganando actividad y que tiene proyectos pendientes de desarrollar. Por el momento, la llegada de Aeronova demuestra que hay vida más allá del turismo de chancla con marchamo público.