En un país de telégrafo y sin interruptor

P.C.P. / Castrillo del Val
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Javier Collantes, Óscar Pérez y David Velasco, del Regimiento de Transmisiones 1, trabajaron en Malí a 50 grados para tener conectado al contingente español 24 horas durante 7 meses

David Velasco, Óscar Pérez Porras y Javier Collantes (de i. a d.), en Castrillo del Val. - Foto: Jesús Javier Matías

Aunque pocas -nada que ver con unas vacaciones- todo militar atesora fotos de los momentos de asueto de sus misiones internacionales. No es el caso de Javier, Óscar y David, a quienes les resulta imposible encontrar una imagen de los 3 juntos en algún paraje singular de Malí o con sus gentes, después de haber pasado nada menos que 7 meses. De hecho, guardan como un tesoro una foto movida en la que están los 2 primeros con 3 chavales malíes y una bandera española de fondo.

El soldado David Velasco tuvo la gran suerte de salir 4 días de la base de Koulikoro. Los únicos en los que desconectó del trabajo y perdió de vista -literalmente- a sus compañeros, los sargentos Javier Collantes y Óscar Pérez Porras, todos destinados en el Regimiento de Transmisiones número 1 de Burgos. El resto han estado en on, sin interruptor de desconexión, para que no se desconectase nadie. «Es un servicio 24 horas, nosotros no salíamos de allí», se justifican. Al turno diario de lunes a sábado le seguían la libranza, con uno de guardia. «Pero como no hay nada que ver, nos quedábamos a apoyar al que estaba», explica Collantes, al mando de las transmisiones del cuarto contingente del Ejército en Malí, compuesto por 115 militares, una pequeña parte en el Cuartel General de Bamako y el resto en el campo de entrenamiento de Koulikoro, donde España forma soldados para el país africano, que lucha contra los salafistas al norte.

Miembros del Regimiento de Transmisiones se integraron en la Brigada Paracaidista para ocuparse de todas las telecomunicaciones del contingente:teléfonos, ordenadores, luz... De ahí que por sus oficinas desfilasen todos, algunos convertidos ya en «buenos amigos». «Hemos tomado muchos cafés», bromea David.

Una patrulla del Ejercito español por las calles del país africano.Una patrulla del Ejercito español por las calles del país africano. - Foto: MDE.ES La fatiga de los materiales, por la humedad y el calor, y su baja calidad les han dado los mayores quebraderos de cabeza. «Cualquier heridita se te infectaba con la humedad», apuntan para añadir los mosquitos. Entre la temperatura ambiente y la de los equipos, calculan haber trabajado a 50 grados. «Por la noche bajaba muy poquito, a 37-38 grados», aunque cuando se fueron -hace un mes- empezaba el fresco. «Amanecía con 28 grados.Me levantaba a correr y notaba frío», afirma David.

A los del clima tenían que sumar los problemas de logística.Encontrar una regleta o unas pilas era todo un reto, por no hablar de su calidad, en un país muy atrasado. Incluso a nivel militar. «Ellos están con el telégrafo». ¿Telégrafo? «En serio.Tenían un puesto de morse y una radio. Línea telefónica había pero el internet es carísimo, un lujo», apunta Collantes, a quien le gustaría que cuando su hija cumpla 15 años y empiece a protestar por todo, pase allí una semanita.«Con un día vale», replica David. «Hay mucho por hacer», reconocen, aunque del escaso contacto con la población malí se quedan con su espíritu. «Dan tranquilidad. Uno va por la calle y están siempre riendo.Son muy felices y lo transmiten», opina.

Después de pasar por Bosnia, Afganistán, Iraq y hasta Uganda;  creen que esta ha sido la misión «más agotadora y estresante» en lo que a trabajo se refiere. «Como eres el único, tienes que tomar muchísimas decisiones que no se filtran. Hay muchísima responsabilidad y  no tienes a quien preguntar», detalla Collantes.

Ellos han calculado que para compensar estos 7 meses tendrían que pasar 2 años con sus familias. Pero también están orgullosos de haber conectado a sus compañeros con ellas. «4 han sido padres durante la misión, otros han perdido a familiares», explica Óscar. «Es otra razón por la que no te importa hacer el servicio, por el bienestar del otro.Eso motiva», apostilla. Y en esos momentos, de vida o muerte, nada más importante que estar, aunque sea a distancia.

Pasadas las ganas de volver a casa, repetirían. «Ante todo eres militar. Y donde uno se ve más útil es en las misiones».