Motor de éxitos

Ana Isabel Angulo / Burgos
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Andreu Casadevall ha sido el principal impulsor del baloncesto en Burgos. Con su filosofía de trabajo, constancia e intensidad defensiva ha llevado a diferentes equipos a ser referencia nacional en LEB Oro

Autocid Ford estaba viviendo momentos delicados. Era la segunda campaña en LEB Oro y encadenaba cinco derrotas. Había jugado 8 encuentros y solo había ganado ‘in extremis’ a La Palma (104-107). La dinámica era negativa y las sensaciones pésimas. Urgía un cambio y llegó con el relevo en el banquillo. Gonzalo García de Vitoria fue cesado y su puesto fue ocupado por Andreu Casadevall. Fue la apuesta del entonces director deportivo, Eduardo Pascual. 
Debutó en El Plantío el 16 de noviembre de 2007 frente al Aguas de Valencia (56-57). Curiosamente abrió su historia en el baloncesto burgalés con una derrota y la ha cerrado con otra (Ourense, 71-62), pero Andreu Casadevall ha escrito las páginas más brillantes y exitosas. Ha sido el motor de grandes momentos de gloria.
En sus ocho campañas y tres meses revolucionó el baloncesto de esta tierra. El primer equipo pasó de ser un novato a ser el gran favorito y el conjunto a batir por los demás rivales. Plasmó un juego, admirado y temible por propios y extraños. Marcó hitos en cada temporada. El maestro del banquillo conquistó las cimas más altas en LEB Oro, con récord de victorias consecutivas.
Exigente, ambicioso, trabajador, honrado... cualidades que le convirtieron en entrenador talismán, con el que todos los jugadores deseaban ponerse a sus órdenes. Por sus manos pasaron por El Plantío hombres con un talento incuestionable, que dejaban a un lado su ego para ceñirse estrictamente al plan marcado por el catalán. 
Tres ascensos deportivos a ACB y una Copa Príncipe son los éxitos más importantes alcanzados en la pista. Además Andreu Casadevall con su baloncesto y con su ambición fue el estilete para el crecimiento del club, primero Atapuerca y después Tizona. No ha tenido tiempo de provocar similar transformación en el Miraflores. 
La afición se enganchó a los éxitos de los diferentes equipos de Andreu Casadevall y vivió tiempos apasionantes.
Él, junto con el resto del cuadro técnico y algunos jugadores, también dio una lección de deportividad tras el primer ascenso. Se había conquistado en la pista pero no se materializó en los despachos. Aquella enorme decepción no menguó las aspiraciones en la próxima temporada. Al contrario, con una profesionalidad admirable siguió trabajando y peleando por lo que consideraba de justicia. Lo ha conseguido en otra entidad, CAI de Zaragoza, porque nunca ha cejado en su empeño de competir al máximo nivel y en el mejor baloncesto.
El entrenador catalán, afincado en Llíria, llegó como un extraño y se ha ido como uno más de la familia. En Burgos se sintió arropado y querido, de hecho algunos amigos personales acudieron a su rueda de prensa de despedida, pero siempre tuvo lejos a su familia. Era lo que peor llevaba. Largos desplazamientos para estar con su esposa y sus dos hijos realizó semanalmente durante estos 8 años. Un gran sacrificio para conjugar su vida personal con el baloncesto en tierras castellanas.
Ahora en Zaragoza ha acortado kilómetros y ha alcanzado el sueño de la ACB, pero nunca se olvidará de Burgos, la tierra donde encadenó tres ascensos consecutivo a la categoría profesional.