Peregrinos a cuentagotas

A.R. / Burgos
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Entre octubre y abril la actividad en la Casa del Cubo baja considerablemente. Pese a ello, las puertas están abiertas todo el año y detrás siempre hay voluntarios esperando a los peregrinos que llegan

Esta pareja de coreanos, Lee Suho y Lee Eun Sol, llegaron el jueves a la Casa del Cubo. Son de los pocos que se atreven a peregrinar en diciembre. - Foto: Luis López Araico

Si no le importa sufrir las inclemencias meteorológicas (bajas temperaturas, lluvia o incluso nieve), apuesta por la tranquilidad y odia las aglomeraciones, y dispone de tiempo libre en estas fechas, quizá es de los que haría -o incluso ha hecho- el Camino de Santiago en esta época del año. Eso sí, sepa que quienes apuestan por ello son una minoría. Así lo reconoce el encargado de los hospitaleros voluntarios de la Casa del Cubo, Julio Fuente, quien asegura que entre octubre y abril la ocupación del albergue baja considerablemente y de manera más acusada en los de climatología más adversa. «Normalmente son personas que huyen de los albergues llenos y de las carreras para poder coger sitio», añade Juan Carlos Romero, que hasta el día 20 de este mes se está encargando, junto a su esposa Socorro, de atender a los caminantes. «Para nosotros también es una época tranquila en la que tenemos tiempo para leer, escribir alguna carta... y también para hablar con ellos. Porque en verano, por ejemplo, eso es imposible», añade.  

Lo que no varía con respecto a la ‘temporada alta’ es que los peregrinos ahora, al igual que el resto del año, son mayoritariamente extranjeros. «Destacan los de Australia, Corea, Canadá, Estados Unidos y Brasil. Y de Europa, Francia, Alemania e Italia, están a la cabeza», señalan Fuente y Romero.

En cuanto a los españoles, «Barcelona gana por goleada». Que estén por encima de los madrileños la atribuyen a que muchos de estos últimos inician la Ruta Jacobea en León o Sahagún y, por tanto, no recalan en Burgos.

En 2013, el número de peregrinos que acogió La Casa del Cubo, gestionada por la Asociación Amigos del Camino de Santiago, fue de 30.321. La mayoría hicieron la ruta a pie, mientras que casi 2.000  eligieron la bicicleta.

Pese a que muchos de estos días el albergue sólo acoge a media docena de personas o incluso menos, las puertas están abiertas todo el año y detrás siempre hay alguien  que les atiende. De esa labor se encargan cada año unos 50 voluntarios. En los momentos de más actividad hay hasta tres y una persona más que se encarga de informar en el edificio de la calle Fernán González. Lo que tampoco cambia es el tipo de cuestiones que plantean los peregrinos, generalmente relacionadas conlos lugares de interés, la ubicación de un cajero, una farmacia o una librería. «El lenguaje de signos es universal», apuntan entre risas Julio Fuente y Juan Carlos Romero para referirse a que el idioma no es, pese a lo que pueda pensarse, una barrera. Y es que para una buena atención muchas veces no hacen falta un sinfín de palabras.