Un Brexit duro afectaría a la competitividad de GSK

A. del Campo
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Expertos en Economía y Derecho afirman que una falta de acuerdo subiría aranceles y dificultaría una normativa conjunta, aunque apuestan por el pacto de Europa y Reino Unido

Un Brexit duro afectaría a la competitividad de GSK

Cuando toda Europa miraba ayer al Parlamento Británico, seguramente en la planta arandina de GSK lo hacían con especial atención. Finalmente, la votación sobre el Brexit que se iba a celebrar hoy en Londres fue aplazada por Theresa May y todo sigue siendo una incógnita. Mientras Europa mantiene que no renegociará el acuerdo alcanzado con Reino Unido y abre la puerta a revocar unilateralmente la salida, parte de los parlamentarios de Londres se niegan a dar marcha atrás e incluso apuestan por una desconexión al margen del convenio ya firmado pero que no consideran ventajoso.

Ahora mismo el interrogante sobre si habrá un Brexit duro o un Brexit blando sobrevuela todo el continente y su respuesta afectaría a la planta de la farmacéutica GSK en Aranda de Duero. Así lo confirman los expertos en Economía y Derecho consultados por este periódico. «En el supuesto de que el Brexit sea duro, en el supuesto de que el Parlamento Británico definitivamente diga que no al acuerdo alcanzado y no se llegara a ningún consenso antes de marzo de 2019, si eso ocurre así. En sentido estricto, llega marzo y Reino Unido se sale y eso supone reimplantar aranceles, controles en aduanas y una cosa que el ciudadano no se da cuenta a veces, reimplantar barreras no arancelarias. Entonces, cualquier empresa británica instalada en España que exporte o importe al Reino unido lo tendría muy mal, porque se encarecería mucho su producción», declara el profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Burgos, Fernando Rueda Junquera.

En el caso de la planta arandina de GSK sí que se cumplen las condiciones desgranadas por el docente. Según publicaba El Economista, la fábrica ribereña recibe productos desde Reino Unido para los que prepara el envasado y se vuelven a exportar. En el caso de un Brexit duro, si estos productos son devueltos a las islas británicas tendrían un doble sobrecoste al pasar dos veces la nueva frontera que se establecería. Otra cosa sería que el producto se exportara a países de la Unión Europea, lo que podría incluso favorecer a la planta arandina. Al estar España dentro del Mercado Único, todas las exportaciones que se hagan desde aquí a otros países miembros de la UE no tendrían que pagar aranceles y la fábrica estaría ajustada a la normativa comunitaria.

Siguiendo con el escenario que cambiaría todo, el de una salida sin acuerdo de Reino Unido, esta afectaría a la planta de GSK en diferentes puntos. «Si como consecuencia del Brexit se pierde mercado europeo, eso significaría reducción de la producción de esa planta y es muy probable que esa fábrica tenga que reajustar su plantilla. En situaciones normales, si perdemos cuota de mercado y producción es muy probable que la planta tenga que reajustar su plantilla. En qué porcentaje, eso ya no te lo puedo decir, pero es lógica económica», señala Fernando Rueda. Estas consecuencias secundarias desembocarían, como apunta el profesor, de la pérdida de competitividad que sufriría la planta arandina o cualquier otra ubicada en España que exporte o importe de Reino Unido al sumar costes a sus producción.

Cuando se habla de los gastos provocados por los transportes internacionales, se suele pensar en impuestos fronterizos, pero hay otros más importantes. «Los aranceles, en productos que nosotros podamos ser poco competitivos se ponen altos, pero en general los países desarrollados no ponemos aranceles muy altos (en torno al 4%). Eso no es el problema, el problema son las barreras no arancelarias. Es muy probable que Reino Unido no acepte la normativa europea sobre normas técnicas, fitosanitarias, inspecciones… Este tipo de cosas son muy serias para las empresas y se acaban traduciendo también en costes añadidos».

Para intentar evitar los gastos fronterizos a las empresas o por lo menos reducirlos, lo habitual entre países es buscar acuerdos. Los expertos apuestan porque todo acabe con un tratado de libre comercio entre las dos partes, como ya ocurre con Canadá. Y en este escenario «las empresas que estén en España y exporten a Reino Unido el Brexit no les afectaría mucho».

Son optimistas. Aunque reconocen los males de un posible desacuerdo, los expertos se decantan por una salida negociada de Reino Unido. «No creo que se vaya a producir un Brexit duro porque no beneficia a ningún estado. No creo que se lleguen  a tomar medidas como en un divorcio entre dos cónyuges desavenidos. Creo que no va a ocurrir eso. Ya están los servicios diplomáticos y negociadores intentando que no pase. Hay una opción, pero no me la imagino», afirma el profesor de Derecho Internacional de la UBU, Juan José Martín Arribas.

Postura que comparte Fernando Rueda: «En una situación normal, con un mínimo de sensatez política, lo más razonable sería un Brexit blando y que después se negocie un tratado comercial lo más amplio y profundo para mantener la mayor parte de relaciones comerciales e inversiones entre las dos partes. Sería lo menos malo, no tan ambiciones como el actual Mercado Único. Habría algún coste para las empresas pero se amortiguaría bastante el impacto».