Menú infantil con sensibilización incluida

DB / Burgos
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Además de la intervención social, muchas ONG dedican esfuerzos y recursos a la sensibilización, que consigue que vaya calando el mensaje de la necesidad de un cambio social

Para Ángeles Monteagudo (1987), como para muchos otros, la experiencia de voluntariado comenzó por recomendación. «Tenía una amiga en Santiago que era voluntaria y empecé yo también, sobre todo con la animación hospitalaria». Poco a poco se iría acercando al mundo de la infancia, en el que también trabaja como profesora. Después de realizar unas prácticas, siguió «con el acompañamiento, con los deberes y jugando, y también con las familias. He hecho de todo, ¡hasta disfrazarme de mascota!», afirma.

Ya en Burgos retomó esa actividad, empezando por el apoyo escolar a niños inmigrantes, a través de la Fundación Cauce. Esta ONG, entre otros cometidos, trabaja por la promoción laboral de las mujeres inmigrantes en Burgos, que en algunos casos empieza por aspectos tan básicos como el conocimiento del idioma, pero que también se ocupa de otros, como las habilidades emocionales. Y, en palabras de esta voluntaria, también «nos cuidan mucho [a los voluntarios], trabajando en lo personal para luego poder dar en lo social».

Lo que para Monteagudo empezó con la atención a una niña no ha dejado de crecer. Ahora se encarga de impartir talleres de sensibilización para escolares. El último, sobre la mujer en África, dirigido al grupo de edad de entre 3 y 10 años. Entre bailes y máscaras, trató de acercar la realidad de los niños africanos a la suya. Y destaca de los asistentes su curiosidad: «Surgen cosas que no te esperas, como cuando les hablamos sobre África y te preguntan por un país que no sabes ni dónde está».

La sensibilización es parte importante de la labor de casi todas las ONG; en el caso de Cauce se desarrolla también en colegios. Y allí es donde «hay que trabajar más la empatía». O, por ejemplo, con los adolescentes, de los que «muchas veces en los medios solo se habla de lo malo, pero no de lo mucho bueno que tienen». Mediante el conocimiento de otras realidades, o con talleres de reciclaje -como los que prepara ahora Cauce-, los más pequeños empiezan a entender mejor el mundo que les rodea y a abrirse al sufrimiento ajeno.

Si tuviese que reivindicar algo, esta burgalesa de adopción apostaría por «que los niños tengan tiempo para ser niños, para jugar, para relacionarse», incluyendo también en el currículum escolar formación específica sobre las realidades de otros países. En sus palabras, citando a un profesor, «que dijo algo que me marcó: que los niños sean personas, y no solo que sepan hacer una raíz cuadrada».