Entre el silencio y el hartazgo

R.P.B. / Burgos
-

El asunto de su integración en Álava se ha convertido en un tema que fatiga a los treviñeses, que lo único que quieren es una solución a los problemas cotidianos a los que se enfrentan por ser un enclave

Aunque haya quienes se empeñen en convertirlo en un tema político y de confrontación entre territorios, la realidad es bien diferente. Los habitantes del Condado de Treviño quieren vivir tranquilos -sea en Burgos o en Álava- y, sobre todo, hacerlo con la misma garantía de servicios que cualquiera de sus vecinos del entorno. «Es así de sencillo, no hay que darle más vueltas. Igual se trata de mejorar la coordinación, pero lo que queremos es que haya unas prestaciones como en todos los sitios». Así habla uno de los pocos vecinos del enclave que quisieron dar su opinión al respecto. Porque la mayoría de los que fueron consultados prefirieron mantener silencio, rechazando bien frontalmente y con vehemencia, bien con cortesía, pronunciarse al respecto. 
«Aquí lo que pasa es que la gente está muy harta del tema, por eso es reacia a hablar. Además, ya se sabe cómo son los pueblos, si abres la boca en un sentido o en otro...». A excepción de un par de carteles en los que Treviño aparece con una b pintarrajeada sobre la v (que es como se escribiría si fuera territorio euskaldún a todos los efectos), no es fácil encontrar símbolos reivindicativos. No se ven ikurriñas en ventanas ni balcones; tampoco es sencillo hallar leyendas alusivas a la segregación. El peso político con tintes nacionalistas que sí estuvo a flor de piel durante años parece haberse diluido.
«La gente está muy cansada. Y realmente lo que quiere es que se normalice la situación». Para los funcionarios de la administración castellano-leonesa que trabajan en Treviño y viven (porque su lugar de origen puede ser tan lejano comoSalamanca o Valladolid) en el Condado o en su entorno más inmediato, tampoco es fácil. «No resulta sencillo vivir con un sueldo de Castilla y León en una provincia con un nivel de vida tan alto como Álava», admite un trabajador que se encuentra en esta situación.
Así, la inmensa mayoría de los treviñeses esperan que todo pueda cambiar, de verdad y para siempre, a partir de las elecciones del 20 de diciembre. Pero no hay una expectación especial en este sentido, ya que han transcurrido 35 años desde su primera intentona una vez recobrada la democracia (otras se produjeron en los años 1846, 1880, 1920, 1940 y 1958) y nunca se ha registrado cambido alguno. Muchos recuerdan que durante la Transición y el diseño de las autonomías nadie quiso acordarse de Treviño, que se quedó como islote.
La nueva vía -que sea el Estado el que mueva ficha- es una posibilidad con opciones reales, ya que pasaría por encima delEstatuto de Castilla y León, contrario a la segregación del enclave.
 
María del Carmen Navarro | Farmacéutica
«No poder dispensar con receta electrónica me ha hecho mucho daño»
 
María del Carmen Navarro representa a la perfección la indefinición jurídica del Condado. Regenta desde hace casi veinte años la farmacia de Treviño y en los dos últimos años se ha convertido en una superviviente. Hasta entonces, no se podía quejar. Pero la puesta en marcha en el País Vasco de la receta electrónica ha puesto en serio riesgo su negocio.
«Me ha afectado muchísimo. Toda la gente que tiene el médico en Vitoria, que es mucha, adquiere los medicamentos allí, porque yo aquí no puedo dispensar esos medicamentos. Yo tenía muchos clientes que, aun teniendo el médico en Vitoria, venía aquí a por los fármacos.Pero desde hace dos años ya no. Es un problema muy gordo. Las farmacias de los pueblos no son como las de las ciudades. Y a mí me ha hecho mucho daño».
La viabilidad de su farmacia se ha visto claramente amenazada. «Me ha afectado mucho y me he convertido en una superviviente. La caída de las ventas ha ido en picado». Las relacionas que se desarrollan en los pueblos también son diferentes, hasta el punto de que se crean lazos afectivos por la cercanía. «Todavía vienen muchas personas preguntándome cuándo voy a poner yo la receta electrónica porque me conocen y tenemos amistad y no quieren dejar de venir a esta farmacia pero no pueden. ¡Ojalá dependiera de mí!, les digo yo siempre.Es que en los pueblos las farmacias, además, hacemos mucha labor de acompañamiento, de servicio, porque también tenemos un contacto directo con el centro de salud», subraya la titular de la farmacia de Treviño.
Para Navarro, al margen de su caso particular y del perjuicio que lleva dos años sufriendo, «es evidente que existe el problema de estar dentro de una comunidad autónoma y pertenecer a otra. Al margen del tema político, esta es una realidad muy clara. A mí me encanta trabajar aquí y vivir en el Condado de Treviño, que estas situaciones tan anormales acaban haciendo mella. Yo me he hecho una clientela y ofrezco un servicio, pero se me está negando la posibilidad de desarrollarlo en buenas condiciones», concluye.
 
José María Vallejo | Comerciante
«Entre Burgos y Álava, al final el perjudicado es el de Treviño»
 
«Esta situación se sufre a todos los niveles», dice José María Vallejo, que regenta un pequeño supermercado en el centro de Treviño, el único que tiene el pueblo. Es un apasionado del lugar -aunque es natural de Vitoria, no sólo trabaja, sino que también vive en Treviño, donde compró y arregló una casa hace ya unos años- pero admite que los problemas que acarrea la singular situación del enclave. «Sobre todo a nivel de servicios esta extraña situación afecta mucho. Uno paga contribuciones pero al final, entre uno y otro, la casa sin barrer».
Aunque admite que a nivel vecinal hay opiniones y sentimientos diferentes «que tienen que ser respetados» el problema es del día a día «y de que todo se politice». Cita los referéndums y las consultas y mociones que se han aprobado en los últimos años «pero al final nada cambia, ese es el tema. La gente está un poco harta. Yo llevo catorce años aquí y es bastante triste que Treviño esté como esté. Que haya pueblos en los que hasta hace diez años no han tenido agua corriente. Y lo que pasa es que entre unos y otros, que entre Burgos y Álava, al final el perjudicado es el de Treviño. Ahora, cuando empiecen las nieves, se producirán nuevos problemas: que si no limpio aquí porque no me pertenece, que si no limpio allá porque eso no me corresponde.Es un mamoneo permanente», expresa con sinceridad.
No elude Vallejo el tema educativo. Tiene un hijo estudiando en Vitoria porque en Treviño no puede aprender euskera y eso altera su vida. «Hay que estar todo el día con el autobús a vueltas y es una pena porque aquí hay un colegio enorme». Para este comerciante, Es una verdadera pena la situación de indefinición jurídica y adeministrativa «porque aquí se vive muy bien. Si se aplicara la opinión de los vecinos, esto sería Álava desde hace mucho tiempo. Considero que aportaría mucho más y ofrecería mucho mejor los servicios. Que si se hace una votación y sale por mayoría el seguir siendo Burgos, pues perfecto, que sea Burgos pero que funcionen los servicios y se hagan las cosas comoDios manda», subraya.